Centro i~mar. Foto: Archivo Salmonexpert.

Centro i~mar advierte posibles riesgos de diseminación de resistencia bacteriana al ambiente

Chile: Según lo expuesto por el centro de investigación, en relación con el reciente escape de peces de un centro de cultivo de Marine Harvest, la microbiota intestinal de estos peces, al estar expuesta continuamente a los antibióticos, puede presentar altos porcentajes de bacterias resistentes, las cuales podrían ser liberadas al medio ambiente a través de las fecas y con ello contribuir a la diseminación de la resistencia bacteriana en el ambiente.

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“A una semana del escape masivo de ~600 mil individuos de salmón Atlántico aún hay incertidumbre sobre el impacto ambiental y social asociado a este evento. El escape masivo informado el 5 de julio en el centro de cultivo de la empresa Marine Harvest ubicado en Punta Redonda, Isla Huar, fue resultado de daños estructurales producto del temporal que azotó la zona. A la fecha, la empresa como medida de mitigación está trabajando junto a pescadores artesanales para recuperar la mayor cantidad de individuos, donde hasta ahora se ha registrado alrededor de 30 mil recapturas en centros de acopio definidos por la empresa. Sumado a esto, Marine Harvest, en un comunicado oficial, dio cuenta que del total de jaulas solo tres de ellas tuvieron su último día de tratamiento de antibióticos la primera semana de julio”, manifestaron desde el Centro i~mar, mediante un comunicado de prensa alusivo al escape de salmones ocurrido recientemente.

Impacto al medio ambiente

Según lo manifestado por el centro de investigación, en un contexto histórico, la introducción y posterior establecimiento en los ecosistemas acuáticos chilenos por salmónidos comenzó a fines del siglo XIX, principalmente por tres motivaciones: fomento de la pesca recreativa (desde 1890), desarrollo de cultivos abiertos “ranching” (1880-1989) y desarrollo de cultivos cerrados (desde 1978). Desde su introducción y usando datos históricos, extrapolando a la actualidad, el nivel potencial de escape de salmónidos alcanza a unos 4.4 millones/año, cuyo consumo potencial de especies nativas podría llegar 31.500 t de peces pelágicos, 17.500 t de crustáceos pelágicos y 4.950 t de otras especies marinas (Niklitschek y col., 2013). “Esto como riesgo potencial, ya que escaso es el conocimiento asociado al impacto que tienen salmónidos escapados o asilvestrados en el medio ambiente marino. Por el contrario, en ríos y lagos de Chile, el impacto negativo que han tenido con la fauna nativa esta mayormente documentado. Así mismo, como potencial problema, se puede indicar que, a mayor frecuencia e intensidad de escapes, mayor riesgo de establecer poblaciones asilvestradas de nuevas especies, adicionales a las de salmón chinook, trucha arcoíris y trucha café que ya han invadido toda la Patagonia”, exponen.

Antibióticos: riesgos para la sociedad

Los peces escapados fueron tratados con el antibiótico Florfenicol, que junto a la Oxitetraciclina son  los más utilizados en industria salmonera. Estos antibióticos se utilizan principalmente para tratar las infecciones de salmón causadas por la bacteria intracelular Piscirickettsia salmonis, presente en ambientes marinos, y es administrado junto con la dieta por un número determinado de días y/o a través de inyección intraperitonial. “Información de farmacocinética señalan que, posterior a la administración de estos antibióticos, se ha observado que los niveles de antibióticos se acumulan en músculo, donde al cabo de 20 días posterior al tratamiento, los niveles del medicamento no serían detectables”, recalcan desde el i~mar.

“Aunque la empresa declaró el número de jaulas que estaban en tratamiento de antibióticos, es importante informar a la sociedad que la salmonicultura en Chile se ha caracterizado por utilizar una alta cantidad de antibióticos para combatir las enfermedades que afectan a los salmones. La cantidad usada para producir 1 tonelada de salmón en Chile entre el año 2011 y 2015 fue en promedio 1.500 veces más alta que en Noruega, país líder en la producción mundial de salmones. En el año 2017, en Chile se utilizaron 394 toneladas de antibióticos, donde aproximadamente el 95% fue administrado en la fase de agua de mar. Parte de estos antibióticos no son absorbidos por el pez, y entre un 40 a 90% de éstos son liberados al ambiente marino a través de la orina y las fecas, generando un efecto perjudicial sobre el medio ambiente y potenciales consecuencias negativas para la salud humana debido a la posibilidad de diseminación de la resistencia a antibióticos hacia patógenos humanos”, agregaron.

Critica a la legislación actual

La Ley General de Pesca y Acuicultura indica en el artículo 87 indica que “...deberán contemplarse, entre otras, medidas para la prevención de escapes y desprendimiento de ejemplares exóticos en cultivo, ...”, y específicamente en el artículo 118 reza “... en caso de escape o pérdida masiva de recursos en sistemas de cultivo intensivo o el desprendimiento o pérdida de recursos hidrobiológicos exóticos en sistemas extensivos, se presumirá que existe daño ambiental de conformidad con la Ley Nº 19.300 si el titular del centro no recaptura como mínimo el 10% de los ejemplares en el plazo de 30 días contados desde el evento, prorrogables por una vez en los mismos términos.”.

“Un 10 % del total de ejemplares, es un valor extremadamente bajo, más aún considerando la magnitud del evento de escape (~ 600 mil). Esta situación da cuenta que este artículo subestima el impacto potencial de un evento de esta magnitud, y es imposible pensar que si se recaptura un mínimo de un 10% no habrá daño ambiental. El único modo de minimizar el daño ambiental es que hayan esfuerzos para recapturar el total de individuos escapados. De esta manera, en cuanto a los peces escapados, la legislación actual es extremadamente débil e ignora principios básicos de responsabilidad ambiental, ya que poco estimula la recaptura y no permite la remoción por pescadores artesanales. En este sentido, es urgente la necesidad de reforzar medidas de mitigación e implementar medidas efectivas para incrementar las tasas de recaptura/remoción de los peces escapados”, expresan desde el i~mar.

A juicio del centro i~mar, considerando que el uso de antibióticos favorece la selección y diseminación de bacterias resistentes a antibiótico, y que la mayoría de los peces escapados habían sido tratados recientemente o estaban en proceso de tratamiento con antibióticos, “ha de suponerse dos riesgos inherentes al escape: 1) la microbiota intestinal de estos peces, al estar expuesta continuamente a los antibióticos, puede presentar altos porcentajes de bacterias resistentes, las cuales podrían ser liberadas al medio ambiente a través de las fecas y con ello contribuir a la diseminacion de la resistencia bacteriana en el ambiente; 2) la presencia de residuos de antibiótico en la carne de los salmones escapados, constituye un riesgo potencial para el consumo, ya que podría generar un aumento de la resistencia bacteriana a antibiótico en el intestino humano. Esto último resulta especialmente relevante en el contexto de la actual crisis global de salud generada por el aumento de resistencia a los antibióticos, siendo ésta una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo según la Organización Mundial de la Salud”, argumentaron.

Potencialidad de investigación

Finalmente, el centro de investigación manifiesta que, aunque es conocido el efecto negativo de salmónidos en ríos y lagos de Chile, el efecto en la fauna marina está escasamente cuantificado.

“El escape ya sucedió, y no podemos sino enfrentarlo. Lo que queda para los científicos chilenos es enfocarse en colectar información que dé cuenta del impacto que este escape masivo dejará en el ecosistema. De esta forma, tengamos información robusta respecto a qué se verá afectado y como mitigar en un no esperable, pero potencial, nuevo escape. Sin embargo, esta situación es una oportunidad de investigación que se abre tras este lamentable hecho”, puntualizan.