Opinión Editorial

El peligro de sobreideologizar el futuro de la salmonicultura chilena

Gobierno tras el despacho de la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas.

Chile: La ministra de Medio Ambiente no muestra apertura al diálogo: se observa muy empecinada en cumplir su cometido de eliminar concesiones salmonicultoras de toda área protegida. 

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Los ánimos no son los mejores entre la industria y el Gobierno del Presidente Gabriel Boric, pues tras la tensa discusión del proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas que además buscaba prohibir cualquier nueva concesión acuícola en toda área protegida, se abrió el debate de si los salmones son o no una especie exótica “invasora”, sobreideologizando un proceso que debería ser 100% técnico.

Mientras que la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, asegura que sí y sin mostrar argumentos, el presidente de la Asociación de Salmonicultores de Magallanes, Carlos Odebret, puntualiza que el salmón Atlántico, si bien es una especie exótica, no es invasora, a diferencia de la trucha arcoíris y el salmón Coho donde sí hay evidencia de su reproducción en vida silvestre.

Es más: la ministra Rojas, en su visita a la Región de Aysén y ante la consulta de personas asistentes a una de las reuniones que realizó, dejó en claro que solamente había perdido la batalla legal en el Congreso y que insistiría en que se prohíba las concesiones acuícolas en toda área protegida, usando como uno de sus argumentos que, si los salmónidos son una especie “invasora” además de exótica no pueden operar en estas zonas de resguardo y deben ser retirados. Es decir, separó las aguas entre “los malos y los buenos”, lo que no hace más que angustiar a los actores de la industria.

Lo preocupante es que la titular de Medio Ambiente no muestra apertura al diálogo: se observa muy empecinada en cumplir su cometido, donde desde el principio el Presidente Boric mostró que no le simpatiza este sector productivo del cual dependen miles de familias en la zona sur de Chile. Tanto es así que los proveedores acuícolas tomaron esta posición como un llamado de guerra por parte de la ministra, y advirtieron que están dispuestos a movilizarse, junto a los trabajadores del rubro, si es que no son realmente escuchados. Negativo es que la situación tienda más a las trincheras en vez de moverse a los acuerdos sostenibles: es cierto que la actividad tiene que mejorar sus prácticas, no obstante, ponerle candado no es la acción correcta.

Y ahora, un oficio del mismo Ministerio del Medio Ambiente, indica que no podrá otorgarse ninguna concesión salmonicultora en áreas protegidas, hasta que estén los planes de manejo listos, lo cual es interpretado como un intento de “ahogar” a la industria vía decretos. La verdad, estas formas de actuar no hacen bien al desarrollo, más aún que se están iniciando los diálogos para la nueva Ley Acuícola, que se supone proyectará a este rubro hacia los próximos 50 años. Si aspectos como el de especies “invasoras y exóticas” no son debatidos de una manera técnica, y se escoge sobreideología, el peligro es golpear con fuerza al sur de Chile, cuya vocación nace del mar. ¿Entenderán eso alguna vez las autoridades?