La investigación colaborativa abre caminos para enfrentar la caligidosis con mayor precisión
Especialistas presentaron nuevos datos y metodologías que amplían la comprensión del Caligus, aportando evidencias clave para mejorar la gestión sanitaria, y anticipar desafíos emergentes en la salmonicultura.
Con más de 200 participantes provenientes de distintos continentes, el segundo día del Sealice Conference avanzó con una intensa agenda de presentaciones científicas que profundizaron en la biología del Caligus rogercresseyi, sus patrones de abundancia, la eficacia de los tratamientos actuales y los desafíos que enfrenta la salmonicultura para gestionar este parásito en un escenario productivo cada vez más complejo. La jornada destacó por la diversidad de enfoques, el análisis de datos de campo y laboratorio, y la convergencia entre academia, industria y autoridad regulatoria, consolidándose como un espacio clave de actualización técnica y discusión internacional.
Desde la organización, el Dr. Cristian Gallardo-Escárate, director del Incar y académico de la Universidad de Concepción (UdeC), sostuvo que este congreso reafirma el rol protagónico que Chile ha alcanzado en el conocimiento global sobre el piojo de mar. Para el investigador, “Chile dejó de ser un espectador que veía pasar tecnología y soluciones implementadas en otras partes del mundo; hoy es un actor relevante no sólo en salmonicultura, sino también en las investigaciones de este parásito y otros”. Añadió que la alta convocatoria —con más de 200 inscritos— y la presencia de especialistas de renombre internacional evidencian que las investigaciones desarrolladas en el país “están completamente en la misma línea de los avances globales, con nuevas estrategias, distintas formas de hacer e innovaciones que son propias de nosotros”, lo que refuerza la importancia de discutir estos temas en un espacio de alcance mundial.
En su análisis, Gallardo-Escárate también subrayó un rasgo distintivo del ecosistema chileno: la interacción fluida entre academia, industria y sector público. Destacó que “esta sinergia es una cultura única y bien propia de Chile; acá toda la gente se conoce, está acostumbrada a este tipo de eventos y ya es parte de la cultura de la salmonicultura vincular a la Academia, al gobierno y a los sectores privados”. A su juicio, este enfoque colaborativo ha motivado incluso a los productores a compartir datos y experiencias, lo que antes era menos frecuente, pero que hoy se entiende como clave “para mejorar, buscar nuevas alianzas y abrir el conocimiento”, consolidando a la conferencia como un referente del sector.
Por su parte, Alexander Jaramillo, encargado del Área de Salud e Inocuidad de Intesal, enfatizó la importancia de organizar un encuentro internacional centrado en el piojo de mar. Recordó que “nos hemos volcado a organizar este evento porque sabemos la importancia que es el Caligus para Chile y el Sealice en general; por eso el año pasado impulsamos un congreso nacional y esto es la continuación en el ámbito internacional”. Para el profesional, la amplia concurrencia y la calidad de las presentaciones científicas demuestran el valor de reunir a actores tan diversos. “Lo importante también es juntar a académicos, instituciones, Sernapesca y proveedores, porque este es un ecosistema donde se propician conversaciones para encontrar mejores soluciones a una problemática que afecta no solo a Chile, sino también a otros países salmonicultores”.
Desde la academia, Sandra Marín, investigadora y académica del Instituto de Acuicultura y Medio Ambiente de la Universidad Austral de Chile (UACh), destacó que la participación de su institución se sustenta en “una línea de investigación de muchos años en Caligus, por lo tanto, nos interesa estar presentes, aportando desde nuestra experiencia y escuchando lo que se está haciendo en otros países que enfrentan el mismo problema, aunque con otras especies”. Afirmó que este tipo de encuentros abre nuevas posibilidades de colaboración y permite fortalecer el conocimiento colectivo, lo que considera especialmente relevante para los estudiantes, “que son quienes vienen para el futuro”. Además, valoró que la asistencia superara lo esperado pese a las dificultades logísticas, reflejando el creciente interés internacional por avanzar en estrategias de control del Caligus.
Diagnóstico sanitario nacional
Osvaldo Sandoval, jefe del Departamento de Salud Animal de Sernapesca, expuso un completo análisis del estado de la caligidosis en Chile, contextualizando que el aumento de biomasa cultivada —cercano al 10% a nivel nacional— influye directamente en el comportamiento de las cargas parasitarias. Explicó que “a partir de julio de este año las cargas empiezan a superar lo que eran las cargas del año pasado”, aunque sin replicar las curvas observadas en Noruega. Detalló que Aysén muestra el alza más pronunciada, mientras que Magallanes mantiene niveles significativamente menores, y que los sectores más afectados corresponden al Fiordo Comau, CS11 y 10A.
En cuanto a medidas de control, Sandoval informó de una reducción de 26,7% en el uso de antiparasitarios respecto del año anterior, precisando que “más de la mitad, más del 56% de los fármacos utilizados corresponden al azametifos”. También recordó que Aysén concentra el 67% de los tratamientos y Los Lagos el 32%, con eficacias superiores al 75% en lona y cercanas al 92% en embarcaciones estancas. Entre los desafíos regulatorios, recalcó que Sernapesca avanza en la actualización del programa de Caligus, la vigilancia de susceptibilidad —en coordinación con Ifop e Incar— y la consolidación de asociaciones público-privadas para abordar la problemática de manera integral.
Dinamismo del parásito
Margarita González, académica e investigadora de la Universidad San Sebastián, presentó la charla “Characterization of abundance patterns of Caligus rogercresseyi larvae in different geographical zones of the Los Lagos and Aysén Regions”, en la cual profundizó en el valor del zooplancton para entender el comportamiento del parásito en la columna de agua. Según explicó, “el zooplancton es una herramienta muy útil para estimar diferentes parámetros ambientales, identificar aumentos de larvas o crustáceos que pueden dañar a los peces, monitorear larvas parasitarias y describir las rutas de transporte entre áreas o centros”. El estudio —desarrollado junto a Mowi— consideró 158 muestreos en 46 centros de cultivo distribuidos en 22 barrios salmonicultores entre 2019 y 2025, generando una base inédita de datos para analizar la abundancia larval.
En el análisis general, González detalló que “el 37% de los muestreos presentó abundancia nula de larvas, un 34% niveles bajos, un 9% moderados y un 20% abundancias altas”, mostrando una distribución mayoritariamente simétrica, pero con episodios de mayor concentración que sugieren la existencia de hotspots. Agregó que la abundancia promedio alcanzó ocho larvas por cada 100 m³, con máximos de 280 larvas, y enfatizó que la marcada variabilidad interanual registrada entre 2019 y 2025 podría estar asociada tanto a condiciones ambientales como a diferencias productivas entre ciclos.
En cuanto a los patrones estacionales y espaciales, la investigadora puntualizó que “otoño e invierno son las estaciones con mayor abundancia de larvas, con picos esporádicos que parecen relacionarse con características oceanográficas o productivas”. Además, observó incrementos notorios hacia la mitad y el final del ciclo productivo, posiblemente vinculados al peso y biomasa acumulada de los peces. En el plano geográfico, identificó hotspots relevantes en zonas como 9B y zona 2, donde más del 60% de los muestreos presentó abundancia elevada, así como sectores de baja presión parasitaria que actuarían como sumideros, influenciados por factores como aislamiento geográfico, salinidad o temperatura. Afirmó que estos resultados permiten “comprender mejor el entorno donde se desarrollan las fases iniciales del parásito, información que normalmente no está disponible porque solemos contar solo con datos de adultos”, reforzando la importancia de esta línea de estudio para la gestión sanitaria.
Por su parte, Sussie Dalvin, investigadora del Instituto Noruego de Investigaciones Marinas (IMR), expuso la charla “Freshwater preference in salmon louse copepodids is heritably affected by exposure and domestication”, centrada en los efectos que la exposición repetida al agua dulce puede generar en las preferencias de salinidad de los copepoditos del piojo de mar. Aclaró que “la tolerancia y preferencia de salinidad determinan la distribución de los copepoditos, y por eso es relevante estudiar cómo reaccionan a aguas salobres, especialmente considerando que tratamientos con agua dulce se usan cada vez más en la industria”. También recordó que las autoridades noruegas se mantienen en alerta ante la posibilidad de que el parásito incremente su tolerancia a aguas menos salinas, lo cual podría comprometer tanto la eficacia de los tratamientos como la protección de peces silvestres.
En su investigación, completamente realizada en laboratorio, Dalvin trabajó con varias generaciones de piojos expuestos a tres baños de agua dulce por ciclo, con el fin de evaluar si este estímulo podía heredarse como un cambio conductual. Explicó que “el experimento utilizó columnas de salinidad estratificada —34, 24 y 14 ppt— para medir la preferencia de los copepoditos, observando en qué nivel de la columna se ubicaban una hora después de iniciar la prueba”. Los resultados iniciales mostraron una amplia variación entre grupos hermanos provenientes de un mismo sitio de cultivo, así como una marcada diferencia entre las cepas de laboratorio —que permanecían en salinidad completa— y las recolectadas del ambiente, que tendían a ubicarse en niveles más altos de la columna, es decir, en aguas menos salinas.
Tras cuatro generaciones sometidas a múltiples baños de agua dulce, la investigadora observó un efecto heredable, aunque de magnitud mínima, en la tolerancia a salinidades bajas. Señaló que “el tratamiento con agua dulce sí generó copepoditos ligeramente más tolerantes a aguas salobres; sin embargo, la diferencia promedio en la salinidad preferida pasó solo de 30,0 a 29,7 ppt, lo que es estadísticamente significativo, pero biológicamente marginal”. Un hallazgo inesperado fue la rápida “domesticación” de los piojos mantenidos en laboratorio, que tras varias generaciones comenzaron a comportarse como cepas plenamente adaptadas a salinidad alta. Para Dalvin, este fenómeno demuestra que “la adaptación al ambiente de laboratorio ocurre rápidamente y puede influir más en la preferencia de salinidad que los tratamientos con agua dulce”, planteando interrogantes relevantes sobre cómo las condiciones de manejo y los entornos controlados pueden moldear la biología del parásito.