El presidente de Camanchaca es Ricardo García (en la fotografía), y el resto del directorio está compuesto por Jorge Fernández Valdés, Francisco Cifuentes, Felipe Sandoval y Tore Valderhaug. Su gerente general es Jorge Fernández García.

“Fue una condición extrema para la que nadie estaba preparado”

Chile: Ante la idea de restringir la producción del país, el gerente general de Camanchaca, Ricardo García, dijo que el foco debe estar en dar sustentabilidad a la industria y corregir normas ineficaces que se crearon a partir del ISA.

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La oferta nacional de salmón en los próximos doce meses debería caer cerca de 20%, como consecuencia de las Floraciones Algales Nocivas (FANs) que afectaron cultivos de salmónidos en el norte de la Región de Los Lagos.

Según lo publicado en Diario Financiero, Camanchaca no está indiferente frente a esta situación, ya que estima que producirá 30% menos este año debido a las FANs que afectaron a tres de sus centros de cultivo y la obligaron a realizar un completo operativo para manejar la mortalidad de miles de toneladas de peces, dijo su máximo ejecutivo.

¿Se podía estar preparado para una situación así?

Chile es un país sísmico y hay terremotos. ¿El país está preparado? Razonablemente sí, pero cuando ocurre un terremoto siempre hay destrucción y daño. Este caso no es muy diferente. ¿Estaban las empresas preparadas para lo que se conocía como el bloom de algas? En Camanchaca sí lo estábamos, con muchos planes de contingencia, pero la naturaleza es impredecible. Las empresas estaban preparadas para manejar mortalidades que podían ser de 20% o 30% de un centro en una empresa, pero no había registro ni nadie se imaginaba una situación donde hubiese episodios simultáneamente en distintos lugares y afectando a diferentes empresas.

Camanchaca estaba preparada para lo que eran los bloom de algas, pero esto fue una condición extrema no registrada en la historia y, por lo tanto, nadie estaba preparado, ni la autoridad, ni las empresas.

¿Cómo se ha manejado la mortalidad?

Camanchaca es un ejemplo de cómo una compañía administra y gestiona una crisis de esta magnitud. Hoy, cerca del 83% de nuestra mortalidad ha sido transportada y reducida a harina y aceite, principalmente en nuestra planta de Talcahuano y, una menor parte, a través de Fiordos Austral. Otro 10% ha ido a vertederos en tierra autorizados y tenemos entre 7% y 8% que está en tránsito a sus plantas de reducción o de vertederos. Puedo afirmar categóricamente que Camanchaca no ha vertido ni un kilo de pescado al océano, ni lo va hacer, porque tomamos las medias precautorias desde el comienzo.

Respecto de la crisis del ISA, ¿tiene comparación?

No, en primer lugar porque el ISA fue un fenómeno casi nacional y esto es localizado. Segundo, el ISA es una enfermedad que se contagia. Tercero, porque el ISA tiene condiciones que favorece al virus en el propio manejo de la salmonicultura, es decir, mejores o peores condiciones sanitarias afectan la velocidad y el impacto que genera en la biomasa. Por así decirlo, está mucho más en la mano del hombre, al igual que la solución. Aquí estamos hablando de varias catástrofes que se desplegaron en una cierta zona.

Otras empresas dicen que el país debe bajar su producción, ¿cómo lo ve?

No es correcto hablar de la disminución de la oferta, no es el punto. Los productores de salmón sabremos cuánto producir y, si no nos gusta lo que estamos elaborando, seremos capaces de disminuirlo sin ningún cambio regulatorio. El tema es la protección del patrimonio sanitario del país y de las zonas donde se desarrolla la salmonicultura. La cuestión es cuál es la capacidad para que nuestras costas y fiordos pueden albergar sustentablemente en el tiempo la biomasa, sin generar eventos que alteren el patrimonio sanitario.

La regulación debe apuntar a reducir en aquellas áreas que hayan antecedentes, para preservar el patrimonio sanitario. Eso significa que en algunas áreas las biomasas deben ser restringidas y en otras no.

¿Cómo se logra esto?

Parte importante viene por terminar con una regulación que se hizo después del ISA, que es el descanso simultáneo de varios centros en una zona, porque aunque es bien intencionada, es ineficaz y muy ineficiente, porque genera peaks de biomasa significativos, simultáneamente. Con esto, llegamos a peaks que generan condiciones para el daño y el deterioro del patrimonio sanitario de la zona. Eso hay que corregir.

¿Cómo se regula esto?

Hay que ir a una regulación de quien corresponda, que no es necesariamente la autoridad, ni las empresas, sino que una especie de comité de manejo de zonas geográficas que establezca cuáles son las cargas máximas que se pueden mantener.

¿Pero eso es lo que incluye el reglamento de densidades?

Es una mala carretera para tratar de llegar al objetivo, porque no aborda la problemática de fondo. Lo lógico sería operar con cargas máximas por zonas definidas por comités de manejo y luego los vecinos se coordinan para nunca alcanzar ese máximo. Esto requiere una mirada fresca de la regulación.

¿El gobierno está en eso?

Creo que el gobierno está con la disposición porque se da cuenta que las condiciones de la salmonicultura chilena no son sustentables y esto viene precisamente por la incertidumbre de la biomasa y los problemas sanitarios que se pueden generar y, por lo tanto, no tiene nada que ver con reducir la oferta chilena.

Se esperaba que este año fuera de despidos en el sector, ¿cómo ven la situación?

No era el plan de Camanchaca antes de estos episodios de florecimientos de algas, pero la realidad es que la compañía ha reducido sustancialmente sus estimaciones de cosecha y como un sujeto responsable tendrá que hacer los ajustes que corresponden.