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2026 en el horizonte: definiciones clave para el futuro del salmón del Atlántico

Foto: Salmonexpert.

Salmonexpert Seminars también abordó sostenibilidad, sanidad, regulación y mercados internacionales, delineando un escenario desafiante pero con oportunidades concretas para el salmón chileno.

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En el segundo bloque de Salmonexpert Seminars “Salmón del Atlántico: Innovación para un mar de oportunidades”, la discusión se desplazó hacia una mirada estratégica de mediano y largo plazo, poniendo el foco en sostenibilidad, regulación, mercados internacionales y proyecciones económicas, en un contexto marcado por mayores exigencias productivas, sanitarias y ambientales. A través de distintas presentaciones, se abordaron los desafíos estructurales que enfrenta la salmonicultura chilena y las oportunidades que se abren hacia 2026, considerando tanto el escenario global de oferta y demanda como la necesidad de avanzar en certezas regulatorias y modelos productivos que permitan sostener el crecimiento de la industria en el tiempo.

Sostenibilidad

En su presentación, Constanza Silva planteó que la sostenibilidad en acuicultura no es un concepto nuevo, sino una preocupación histórica ligada a la forma en que las sociedades utilizan sus recursos naturales, recordando que “las primeras crisis que empezaron a generarse en los años 70 generaron los primeros conceptos del desarrollo sustentable o la sociedad sustentable”. Desde esa perspectiva, subrayó que hoy el desafío es comprender la sostenibilidad como un enfoque transversal, que no puede reducirse solo a lo económico o ambiental, sino que debe integrar también la dimensión social. “Intrínsecamente el concepto de sustentabilidad está ligado a la toma de decisiones, a cómo nosotros nos enfrentamos”, afirmó, destacando que este enfoque ya está incorporado en las misiones de distintos ministerios del Estado, desde Economía y Medio Ambiente hasta Energía, Hacienda y Minería, todos orientados al uso responsable de recursos limitantes como el agua, la energía y los recursos naturales.

Constanza Silva.

Al referirse a la situación actual de la salmonicultura chilena, Silva entregó cifras concretas que dimensionan la magnitud del sector y sus desafíos territoriales. Indicó que existen 1.353 concesiones de acuicultura autorizadas, de las cuales alrededor de 400 cosechan al año, mientras que en piscicultura hay 290 instalaciones autorizadas, con 159 en operación anual, concentradas mayoritariamente en la Región de Los Lagos. En ese contexto, explicó que todos los centros deben cumplir exigentes normativas ambientales, como contar con Resolución de Calificación Ambiental, limitar vertimientos y reportar su desempeño ambiental, tanto en mar como en tierra. Asimismo, destacó el rol de la Subpesca en investigación, señalando que “gastamos alrededor del 40% de nuestro presupuesto en investigación ambiental para la acuicultura”, principalmente a través de proyectos ejecutados por Ifop desde 2012, que incluyen monitoreos de columna de agua, sedimentos, oxígeno, temperatura y modelos de dispersión, información que hoy es pública y alimenta la toma de decisiones regulatorias.

Con la mirada puesta en el futuro del sector, la jefa de la División de Acuicultura de Subpesca sostuvo que la salmonicultura ya muestra avances significativos en sostenibilidad productiva, destacando que Chile es “el segundo productor de una proteína que es la más limpia de las que se produce en el mundo”, con una huella de carbono estimada en 2,9 kg de CO₂ por kilo de producto. A ello sumó la reducción de mortalidades, que pasaron de un 20% promedio en 2014 a cerca de un 10%, con proyección a 7%, gracias a regulaciones como el reglamento de densidades y al mayor monitoreo ambiental en línea. Sin embargo, advirtió que persisten brechas relevantes, como el hecho de que el 71% de las pisciculturas no operan con sistemas de recirculación, lo que tensiona el uso del agua y el oxígeno en un escenario de cambio climático. Finalmente, llamó a avanzar hacia estrategias de largo plazo que incluyan relocalización de centros, valorización de residuos, recirculación de nutrientes y mayor comunicación de los avances tecnológicos del sector, enfatizando que “una estrategia no siempre soluciona el problema, pero sí nos mueve hacia la solución, siempre que exista gobernanza, cooperación y participación de todos los actores".

Sanidad

Cristian Rosales.

En el plano productivo, Cristian Rosales planteó que las estrategias de control de Caligus deben partir del bienestar animal, pero necesariamente traducirse en productividad para tener sentido económico y sanitario. “Estoy convencido de que gran parte de las iniciativas que hacemos para controlar el Caligus están basadas en el bienestar animal, pero si no tenemos producción, si no tenemos productividad asociada a las medidas que tomamos, no tendría sentido”, afirmó, explicando que Sudvet desarrolla soluciones naturales enfocadas en salud, bienestar y reducción del impacto ambiental. En ese contexto, dimensionó la relevancia del desafío señalando que la industria del salmón del Atlántico produce más de 750 mil toneladas WFE al año, con ventas cercanas a US$4,3 billones, mientras que las pérdidas directas asociadas al Caligus se estiman entre US$350 y US$500 millones, cifra que —advirtió— no incorpora costos indirectos como ayunos, menor crecimiento o pérdida de eficiencia productiva.

Al profundizar en la situación sanitaria del salmón del Atlántico, Rosales subrayó que las enfermedades infecciosas siguen siendo uno de los principales dolores de la industria, explicando que entre 17% y 24% de la mortalidad en esta especie está asociada a patologías como SRS y Tenacibaculosis. A ello sumó el aumento del uso de antibióticos, indicando que “el uso antibiótico en el primer semestre de 2025 subió un 6,8%, alcanzando un indicador de 510 gramos, versus los 350 gramos registrados en todo 2024”, lo que implica riesgos de resistencia antimicrobiana, presión regulatoria y eventuales restricciones de mercado. En paralelo, entregó datos actualizados sobre cargas parasitarias, señalando valores promedio cercanos a 2,6 hembras ovígeras en Los Lagos, 2,1 en Aysén y 0,3 en Magallanes, cifras que mantienen a varias zonas próximas a los límites regulatorios y refuerzan la necesidad de diversificar herramientas de control.

En ese contexto, el gerente Comercial de Sudvet destacó el avance de las estrategias no farmacológicas, indicando que estas han aumentado significativamente en los últimos años. “Hoy tenemos una reducción acumulada del 62% en el uso de alternativas farmacológicas, lo que refleja un incremento real de las herramientas no medicinales”, explicó, detallando que el portafolio de la compañía se estructura en tres pilares: inmunidad y protección, bienestar animal, y salud y crecimiento. Como ejemplo concreto, presentó resultados de soluciones como Rosseus Plus y Aware Plus, esta última aplicada vía alimento, con la que se han producido cerca de 20 millones de peces, logrando hasta 254 días sin baños ni tratamientos farmacológicos en centros de alta complejidad sanitaria. Según expuso, estas estrategias han permitido reducir hasta 30 días de ayuno, disminuir la mortalidad en 1,8%, generar ahorros operacionales cercanos a US$350 mil, mejorar el peso de cosecha en hasta 550 gramos, acortar el ciclo productivo entre 1,5 y 2 meses y reducir la huella de carbono entre 17% y 23%, consolidando —en sus palabras— “una estrategia sostenible integrada que invierte en bienestar animal para asegurar un futuro productivo y ambientalmente responsable”.

Mercados

Sebastián Valdivieso.

En el análisis del escenario global, Sebastián Valdivieso situó a la salmonicultura en el centro de los grandes desafíos alimentarios del siglo XXI, recordando que hacia 2050 la población mundial aumentará en cerca de 2 mil millones de personas, lo que obligará a incrementar la producción de alimentos en un 70% para cubrir la demanda. En ese contexto, advirtió que ya en 2014 existía un déficit alimentario que afectaba a 870 millones de personas, cifra que podría superar los 1.000 millones si no se generan cambios estructurales en los sistemas productivos. “Hoy en día ya la Tierra no da más, y es ahí donde comenzamos a mirar de manera más fuerte y clara al océano”, afirmó, subrayando la paradoja de que, pese a que el 70% del planeta es agua, solo el 2% de los alimentos que consume la humanidad provienen del mar, lo que abre una oportunidad estratégica para la acuicultura.

Desde la experiencia productiva y comercial de Mowi Chile, el director comercial de la compañía destacó al salmón como un “superalimento” capaz de responder simultáneamente a las tendencias de salud, sostenibilidad y eficiencia productiva. Explicó que el salmón es alto en proteínas, rico en omega 3, vitaminas y antioxidantes, y que además presenta la menor huella ambiental entre las proteínas animales, con menores emisiones de gases de efecto invernadero y un uso significativamente menor de agua en comparación con las proteínas terrestres. “El salmón es nutritivo, saludable y sabroso, tiene las tres B, y se transforma en la puerta de entrada a nuevos sabores provenientes del océano”, señaló, enfatizando su versatilidad de consumo y su capacidad para adaptarse a distintos segmentos etarios. A ello sumó un dato relevante: Mowi ha liderado por seis años consecutivos el principal ranking global de sostenibilidad que evalúa a 60 grandes productores de proteínas, y dentro de las 10 mejores empresas, seis son productoras de salmón, lo que —dijo— confirma el rol estratégico de esta especie en la alimentación futura.

Al detallar el posicionamiento de Mowi a nivel global, Valdivieso indicó que el grupo proyecta alcanzar 600 mil toneladas de salmón del Atlántico el próximo año, lo que equivale a cerca del 23% de la producción mundial, con presencia productiva en siete países y operaciones comerciales en 26 mercados. En Chile, la compañía espera cosechar alrededor de 86 mil toneladas, destinando principalmente su producción a mercados cercanos como Estados Unidos y Brasil, donde el consumo per cápita aún tiene amplio margen de crecimiento. Junto con ello, destacó iniciativas concretas en sostenibilidad y logística, como la instalación de un panel solar en el centro Huar sur, que permitió reducir en 47% el uso de petróleo, equivalente a 31 mil litros menos desde su implementación, y un programa de compensación de emisiones aéreas que en 2024 redujo en 51% la huella de CO₂, comparable a sacar 3 mil autos de circulación. “El potencial está, los mercados lo van a demandar y Chile tiene ventajas competitivas únicas; el futuro de la alimentación está en el mar y en Mowi lo hacemos posible”, concluyó.

Regulación

José Miguel Burgos.

Desde una perspectiva histórica y crítica, José Miguel Burgos planteó que la salmonicultura chilena es una de las industrias más reguladas del país, con normas que abarcan todas las etapas productivas, pero advirtió que muchos de los cambios estructurales han surgido como reacción a crisis más que desde una planificación estratégica. “Las grandes transformaciones de esta industria han ocurrido frente a algo que se parece mucho a una crisis, y en esos momentos el Estado se pone de acuerdo”, afirmó, recordando hitos como la prohibición del verde malaquita, las modificaciones normativas tras conflictos laborales, la regulación posterior a la marea roja y la legislación sobre escapes de salmones. A su juicio, este patrón revela una debilidad estructural. “Regulamos en crisis, cuando muchas de estas situaciones debieran haberse previsto, lo que contrasta con modelos como el noruego, donde existe mayor coherencia y coordinación estatal”.

Al abordar la crisis del virus ISA, Burgos recordó que esta provocó la pérdida de casi la mitad de la producción y tuvo un impacto laboral “catastrófico” en el sur de Chile, marcando un punto de inflexión regulatorio. Explicó que las causas identificadas incluyeron altas densidades de cultivo, insuficiente control sanitario, ausencia de programas de manejo por zonas y una confianza excesiva en el autocontrol de la industria. Como respuesta, se congelaron concesiones —medida que se mantiene hasta hoy—, se incorporó la relocalización, se definieron macrozonas, se aumentaron las distancias entre centros y se fortalecieron exigencias de bioseguridad, como el manejo de mortalidades y el monitoreo de wellboats. Sin embargo, advirtió que varias de estas herramientas, como la relocalización, no han resultado y arrastran déficits no resueltos, mientras que otras regulaciones heredadas de esa crisis siguen condicionando el desarrollo actual del sector.

En su análisis del escenario presente, el gerente general de Acuiestudios puso el acento en la incertidumbre regulatoria como uno de los principales frenos para el futuro de la industria. “Si la norma es dura, bueno, que sea dura, pero lo que no puede ser es que tengamos un nivel de incertidumbre tan alto”, señaló, subrayando que una actividad con ciclos productivos de casi cuatro años no puede operar sin reglas claras y coherentes entre los distintos organismos del Estado. Burgos cuestionó la rigidez normativa frente a la innovación, la duplicidad de funciones de fiscalización y los retrasos excesivos en permisos clave —como inspecciones del Banco Natural que demoran hasta siete años—, además de la falta de definiciones en temas como producción máxima, cultivos multitróficos, ECMPO y áreas protegidas. En ese contexto, llamó a avanzar hacia una mayor coordinación institucional y certezas regulatorias, enfatizando que “esta es una actividad que necesita reglas claras, aunque sean exigentes, porque sin ellas es imposible planificar, invertir y crecer de manera sostenible”.

Proyecciones

Esteban Szasz.

Desde la mirada del mercado financiero internacional, Esteban Szasz partió destacando el desempeño de Chile en la industria del salmón del Atlántico, afirmando que “cuando hablamos de salmones, Chile lo está haciendo muy bien; podríamos hacerlo mejor, quizás, pero Chile lo está haciendo muy bien”, lo que explica el fuerte interés de DNB Bank por el país y la región. En ese contexto, explicó que el banco —líder mundial en financiamiento de seafood— observa actualmente precios “relativamente menos fuertes que lo histórico”, pero con una expectativa clara de recuperación en 2026, impulsada por una combinación de oferta global débil y demanda en expansión. Según el análisis del equipo de Equity Research de DNB, tras un crecimiento de la oferta mundial cercano al 9,4% en 2025, el año 2026 mostraría una variación prácticamente plana (-0,2%), rompiendo con el crecimiento histórico promedio de 13,5%, escenario que tensionará el equilibrio del mercado y favorecerá un alza de precios.

Al detallar el comportamiento por países, Szasz subrayó que Noruega reduciría su producción en torno a un 6% en 2026, mientras que Chile registraría un mejor desempeño relativo, compensando parcialmente esa caída. “Aquí hay un ganador relativo y el ganador relativo va a ser Chile, porque va a tener una producción mayor a la que normalmente tiene a mejores precios”, sostuvo, enfatizando que existe una alta correlación entre los precios del salmón chileno y noruego, ajustados por tipo de cambio y costos logísticos. Bajo este escenario, DNB proyecta que el precio promedio anual podría subir desde 74 a 95 coronas noruegas, lo que en euros implicaría un salto desde 6,3 a 8,1, incremento que —según indicó— también impactará positivamente al salmón chileno, dada la convergencia de precios en el largo plazo entre ambos orígenes.

En materia de demanda, el Senior Vicepresident de DNB Bank destacó especialmente el rol de China como motor de crecimiento futuro, señalando que el consumo de salmón en ese mercado ha crecido a tasas aceleradas. Indicó que en los últimos cinco años el consumo aumentó en promedio 10% anual, mientras que el último año creció 28%, y a septiembre del año en curso el incremento acumulado bordea el 50%. En paralelo, recordó que la clase media china pasará de 194 millones de personas en 2025 a 426 millones en 2040, superando los 500 millones en 2050, lo que abre una oportunidad estructural para productores como Chile. “Si China subiera su consumo per cápita de 0,1 a 0,2 kilos, demandaría alrededor de 130 mil toneladas adicionales de salmón”, explicó, agregando que este escenario, sumado a que el salmón hoy es relativamente más barato que otras proteínas como el vacuno, refuerza la proyección de precios más altos en 2026, con un impacto directo y favorable para la industria chilena.

Foto: Salmonexpert.

Finalmente, la realización de Salmonexpert Seminars volvió a confirmar el valor de estos espacios de análisis técnico y estratégico para la industria, fortalecidos gracias al apoyo de Cargill, Hendrix Genetics Chile, MNL Group, Imenco Aqua Chile, Phibro, Poseidón, STIM, Biomasa, Omnifish, Oxzo, Innovex y Qrill Aqua, junto a la colaboración de Subpesca, Mowi Chile, Acuiestudios y DNB Bank, cuyo compromiso permitió generar una instancia de diálogo de alto nivel orientada a anticipar los desafíos y oportunidades que marcarán el desarrollo del salmón del Atlántico en los próximos años.