Alimentación del salmón: redescubriendo los secretos de los nutrientes marinos

El investigador senior de Nofima habló sobre los osmolitos y su importancia en la nutrición de salmones de cultivo, donde frente a situaciones de stress de los peces estos son clave.
En el desayuno realizado por Aker QRILL Aqua Company en la ciudad de Trondheim, durante el desarrollo de Aqua Nor 2025, el investigador senior de Nofima, Antony J. Prabhu Philip, del departamento de Nutrición y Tecnologías alimentarias, alertó sobre los riesgos que ha traído consigo la masiva sustitución de ingredientes marinos por alternativas vegetales en la acuicultura. Según señaló, aunque este cambio impulsó el crecimiento de la producción, también dejó de lado aspectos esenciales para la salud y el bienestar de los salmones.
“Logramos hacer crecer la acuicultura, pero perdimos la salud y el bienestar de los peces en el camino”, resumió Prabhu, subrayando que estamos ante un “desajuste evolutivo” en la crianza del salmón. Este desbalance se agrava especialmente cuando las dietas carecen de ciertos nutrientes marinos clave —como los osmolitos— que son fundamentales para que los peces puedan enfrentar condiciones adversas y mantener equilibrio interno.
Los osmolitos son pequeñas moléculas que ayudan a equilibrar el volumen celular y la estabilidad de proteínas cuando las condiciones externas (como la salinidad o la presión) cambian. Entre ellos, destaca el trimetilamina N-óxido, o TMAO. Diversas investigaciones han demostrado que este compuesto no sólo contribuye a regular el balance de fluidos en el pez, sino que también protege las proteínas frente a la presión ambiental y las variaciones de temperatura.
Durante el invierno, cuando el metabolismo de los salmones se ralentiza y disminuye su ingesta de agua, el TMAO emerge como un aliado vital: ayuda a mantener la ingesta de humedad adecuada y reduce la deshidratación celular.
En su intervención, Prabhu enfatizó una idea clave que puede redefinir la visión sobre los ingredientes marinos: “No debemos ver la harina de pescado como un proveedor de proteínas, sino como un aditivo funcional esencial para la salud del salmón.” Esta metáfora subraya que basta con pequeñas cantidades —como ocurre con la sal en la cocina— para obtener un impacto significativo en la fisiología del pez.
La presión como nuevo desafío
El investigador también abordó un tema emergente: la producción de salmones a mayores profundidades, entre 40 y 50 metros, práctica que la industria noruega está explorando como parte de los sistemas futuros de cultivo. Prabhu explicó que, si bien el salmón es capaz de sumergirse de forma natural, no está acostumbrado a permanecer de manera continua en aguas profundas, lo que podría generar un estrés adicional.
Para ilustrarlo, citó estudios en especies de “pez caracol”, que muestran cómo una misma especie puede variar radicalmente según su hábitat: los ejemplares en aguas costeras mantienen huesos calcificados, mientras que los que habitan a mayor profundidad desarrollan huesos desmineralizados similares al cartílago, membranas celulares más fluidas y hasta una capacidad cuatro a cinco veces mayor de sintetizar TMAO en sus músculos, con el fin de resistir las altas presiones.
Prabhu expuso que aún no existen datos concluyentes sobre cómo el salmón del Atlántico enfrentará esta presión constante en sistemas de crianza a 40–50 metros, pero advirtió que se trata de un límite evolutivo que podría comprometer tanto la salud como la eficiencia del cultivo.