Antibióticos en la salmonicultura chilena: visión desde la flavobacteriosis

Chile: Ese es el tópico principal de la última publicación del Dr. Rubén Avendaño-Herrera en el journal Aquaculture, en el que analiza en profundidad los puntos clave para el correcto uso de antimicrobianos en Chile.

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En los últimos años, la industria salmonera chilena ha sufrido importantes pérdidas monetarias y ha aumentado los costos de producción, particularmente durante la fase de mar, debido a las mortalidades y tratamientos para Piscirickettsia salmonis.

Es así como en el 2017, de las 791.793 toneladas de antibióticos utilizados por la industria, 714.364 (90,22%) corresponden al tratamiento contra P. salmonis (Sernapesca, 2017), principalmente debido a la respuesta deficiente por las características del patógeno y el posible grado de resistencia del mismo.

En esta publicación el Dr. Avendaño-Herrera es el único autor, el investigador del Centro Interdisciplinario para la investigación acuícola (Incar) y de la Universidad Andrés Bello, postula que hay avances en la regulación para la fase de engorda en mar, como el Plan Nacional contra la resistencia a los antimicrobianos, pero que “los resultados mensurables de este plan solo se asocian con la disminución del volumen total de antibióticos utilizados en la industria, sin proporcionar un análisis en profundidad de cómo se deben lograr los descensos en el uso”.

En cuanto a la fase de agua dulce el académico menciona que “casi no hay regulación en Chile”, ya que aspectos como la densidad de los peces y la vigilancia activa contra patógenos como Flavobacterium psychrophilum no están regulados.

“Esta falta de regulación en comparación con las etapas de agua de mar del ciclo de vida del salmón es sorprendente, especialmente porque las regulaciones chilenas sobre el cultivo de agua de mar a menudo pueden ser más estrictas que otros países productores como Noruega, Escocia, Irlanda y Canadá. Además, es precisamente en la etapa de agua dulce en que los peces son tratados por primera vez y podrían generar efectos fisiológicos del uso de estos compuestos, así como efectos en la microbiota autóctona de los peces” menciona.

Con respecto a lo anterior, F. psychrophilum, agente causal de la flavobacteriosis, es el segundo patógeno más importante en el país con tasas de mortalidad entre el 5-10%.

El Dr. Avendaño-Herrera señala varios puntos que deben ser considerados con respecto a esta bacteria y que llevarían a un mejor manejo sanitario, como por ejemplo, el transporte de los peces entre distintas zonas geográficas del país y que significa que las bacterias también se mueven, afectando en la distribución de los genotipos patógenos.

Dicho lo anterior el investigador recomienda que si Chile quiere reducir el uso de antibióticos el primer paso debería ser prohibir la aplicación de toneladas de antibióticos en la etapa de agua dulce, especialmente si su uso es especialmente para para contrarrestar la flavobacteriosis. “Si se compara los resultados contenidos en un estudio de Lillehaug et al. (2018), en el que se menciona que Noruega, usa 212 kg de antibióticos para producir la doble cantidad de salmones que Chile y sólo kilos en la etapa de agua dulce debemos tender hacia esa misma situación”, denota el Dr. Avendaño-Herrera.

“De hecho, otros países mitigaron la aparición de F. psychrophilum a través de inversiones en tecnología acuícola, específicamente la incorporación de sistemas de filtrado y/o cambio de sistemas abiertos a sistemas de recirculación” expone Avendaño-Herrera, agregando que “vale la pena mencionar que las opciones de inmunización no se han mencionado ya que todavía faltan datos en relación con la eficiencia, aunque los resultados iniciales indican mejoras con la vacunación”.

Para mejorar esta situación, el especialista recomienda:

1)Priorizar la investigación sobre los cambios que ocurren durante la etapa de agua dulce del cultivo de salmón con el fin de promover un entorno más receptivo a mejorar los aspectos reguladores como la densidad del cultivo, el tratamiento del agua antes y después del uso y obligar a que los medicamentos solo se administren en base a determinaciones de concentración inhibitoria mínima.

2) Establecer un Programa de Monitoreo Activo para F. psychrophilum y considerar la etapa de agua dulce con la misma importancia que se da a la engorda en mar, no sólo considerar las perdidas económicas sino aspectos ambientales y bienestar de los peces que luego serán trasladados a mar.

3) Diagnostico integrativo entre PCR y aislamiento del agente, ya que sólo el cultivo de la bacteria proporciona la posibilidad de estudiar su susceptibilidad a antimicrobianos, factores de virulencias, cambios en la población bacteriana de un centro de cultivo e incluso la generación de medidas preventivas como vacunas o mejora de las existentes.

Revise la publicación titulada “Proper antibiotics use in the Chilean salmon industry: Policy and technology bottlenecks” aquí (artículo pagado).