“No debemos perder la mirada a largo plazo”

Chile: El gerente general de Camanchaca, comentó acerca de tres aspectos que preocupan a la industria y consumidores: regulación para la acuicultura, uso de antibióticos y sustentabilidad.

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Camanchaca es una firma de capitales chilenos, orientada al negocio de la pesca y acuicultura. Durante el 2015, ocupó el quinto lugar en el ranking de empresas exportadoras de salmón de Chile y el cuarto lugar en la exportación de salmón Atlántico. En el marco del desarrollo de la Conferencia Aquavision en Stavanger, Noruega, Ricardo García, gerente general de la compañía, conversó con Salmonexpert sobre la contingencia en Chile y los desafíos que enfrenta la industria salmonicultora.

Si hubiese tenido que exponer acerca de acuicultura en Latinoamérica, especialmente en Chile, ¿qué aspectos hubiese destacado?

En el caso de Chile, que es el que me toca conocer, uno a veces se confunde cuando por determinadas circunstancias se viven momentos difíciles, tal como el que ha experimentado recientemente la acuicultura chilena, producto de condiciones de mercado y precios deprimidos. Hemos experimentado grandes desafíos sanitarios y dudas respecto del ordenamiento regulatorio, pero hay un par de cosas que uno no debe perder de vista, con una mirada a largo plazo.

Chile tiene ventajas competitivas mundiales de primer nivel para poder enfrentarse con productores líderes, en las dos principales especies que son objeto de la acuicultura en nuestro país: el salmón y los mejillones, o choritos. Además, la demanda por estos productos en el mundo continúa muy sólida y debería seguir así. Tenemos ventajas innegables para producir y tenemos un muy buen producto que está siendo cada vez más demandado por los consumidores en el mundo entero.

Los demás problemas, que acompañan a esta realidad, llámense regulación poco eficiente, problemas en condiciones sanitarias o precios deprimidos son cosas que se pueden gestionar y resolver. Lo que no podríamos resolver sería que tuviésemos un producto malo, o que Chile no tuviese ventajas competitivas.

Hay que tener una mirada optimista, pero a su vez, pragmática, para buscar soluciones a los problemas en el corto y largo plazo, y así lograr una mejor producción.

Hay productores, tal como Alf Helge Aarskog, que afirman que, si el país no modifica su modelo regulatorio, a la industria salmonicultora le costará alcanzar el éxito, ¿qué piensa sobre esto, que condiciones esperan?

Yo creo que la importación de modelos de un país a otro, no necesariamente significa una fórmula perfecta, porque finalmente uno tiene que afinar la regulación a las características legales, culturales, geográficas y económicas de cada uno de los países. Yo creo que efectivamente la regulación chilena, que acaba de tener un cambio, con un reglamento de densidades, es una regulación que en su origen estaba bien intencionada, y busca abordar los problemas que debe resolver la regulación, pero que tiene espacios de mejora importantes, que finalmente pueden ayudar y contribuir a que Chile sea un productor costo-eficiente.

Hay dos aspectos que podrían mejorar. Chile, junto con otros países latinoamericanos, tiene el defecto del exceso de burocracia, contrariamente a los países anglosajones. Esto genera un “castillo de burocracia” que finalmente termina repercutiendo en la eficiencia de costos a las empresas. La regulación chilena está cargada de ese tipo de cosas y debemos alivianarla, hacerla más eficiente. No más relajada en materia de cuidado ambiental, pero sí, definitivamente, tener un enfoque pragmático, donde uno vaya realmente a resolver los problemas importantes y reduzca la burocracia.

El segundo aspecto tiene que ver con el cuidado y la preservación del medioambiente y del patrimonio sanitario. Donde el enfoque de la regulación actual, por centro o barrio, resta eficiencia y oportunidades. Hoy, por ejemplo, la regulación no permite tener créditos por los esfuerzos que haga una determinada compañía en un determinado lugar geográfico, achicando o reduciendo la producción; no permite tener crédito en otra área, porque la visión y la perspectiva que hay es puramente de la concesión o del barrio específico, en circunstancias que esto tiene que tener una visión más amplia. Pienso que hay una oportunidad de mejorar esta regulación y espero que la autoridad tenga la voluntad.

¿Cómo evaluaría el trabajo de marketing y branding que ha hecho la industria en torno al salmón de Chile y su reputación?

Son cosas distintas, cuando hablamos de construir reputación, lo que hablamos es de construir un sentimiento de cariño, un sentimiento de respeto, de aprecio, por la industria de parte de la sociedad y la comunidad donde esta industria funciona. Es decir, que cuando le pregunten a la gente sobre la salmonicultura chilena, respondan que es una gran industria, es un gran sector, responsable y que ayuda al progreso del país. Es mucho más que una campaña y estrategia de marketing, es un tema cultural, sociológico, de trabajo de largo plazo y en ese sentido pienso que la industria de la salmonicultura chilena ha hecho poco.

Los esfuerzos han sido insuficientes, una industria tan importante para el sector económico chileno y especialmente, para la décima y undécima región, hoy día no es un sector querido, no es un sector apreciado, es un sector poco respetado. A pesar de que se valora la creación de empleos, el pago de patentes, finalmente no es un sector querido, y eso es un desafío que tenemos por delante.

¿Qué opina sobre la publicación fragmentada por empresa acerca del uso de antibióticos?

Me parece correcta. Camanchaca ha publicado su uso de antibióticos desde hace un buen tiempo, entre muchos otros indicadores de sustentabilidad. Fuimos promotores de la Global Salmon Initiative (GSI), del reporte de sustentabilidad que transparenta el número de tratamientos que hace la industria con antibióticos, y como dijo Avrim Lazar, de GSI, hay que transparentar y mostrar a la sociedad las cosas que uno hace o no hace, porque finalmente ahí está la fuente de mejoras.

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