Eduardo Aguilera, Biólogo Marino, MBA, Dr. en Acuicultura, y director regional de Sernapesca Los Lagos. Foto: Archivo Salmonexpert.

Pesca ilegal de salmones y difilobotriasis

*Columna de opinión para Salmonexpert de Eduardo Aguilera, Biólogo Marino, MBA, Dr. en Acuicultura, y director regional de Sernapesca Los Lagos.

Desde mediados del año pasado, se han reportado varias decenas de personas afectadas por difilobotriasis, debido al consumo de salmones crudos o mal cocidos, que fueron capturados en ríos y lagos de la región de Los Lagos.

La difilobotriasis, es producida por una tenia de los peces, en este caso Diphyllobothrium latum, que tiene un ciclo de vida que se desarrolla solamente en agua dulce y que requiere de dos huéspedes intermediarios: crustáceos copépodos y peces de agua dulce, antes de afectar a los humanos u otros mamíferos. Si bien los síntomas que produce esta tenia en las personas pueden ser leves, manifestándose con malestar abdominal, pérdida de peso, existen otros efectos que pueden ser más graves como la deficiencia de absorción de vitaminas, que pueden generar complicaciones mayores en persones que cursen patologías de base o aumenten la gravedad de otras enfermedades o condiciones.

Lamentablemente este problema de salud pública, se origina en una práctica que está expresamente prohibida en nuestro país a través de la Ley General de Pesca y Acuicultura, así como a través de la Ley 20.256 sobre pesca recreativa, esto es la actividad de pesca con fines comerciales en las aguas continentales, o sea en ríos y lagos de nuestro país. En nuestra legislación solamente se puede efectuar pesca con fines recreativos en ríos y lagos, permitiendo un máximo de 3 ejemplares o 15 kilos de captura por jornada de pesca, durante la temporada que se extiende desde el segundo viernes del mes de noviembre hasta el primer domingo del mes de mayo, salvo disposiciones especiales determinadas por el Consejo de Pesca Recreativa que corresponda.

Los salmones que si bien, son especies exóticas, empezaron a ser introducidos a fines del siglo XIX para desarrollar pesca recreativa, e incluso desde la década de 1960 hasta fines de la década de 1970, hubo importantes esfuerzos de los distintos gobiernos, con apoyo de la agencia Japonesa de Cooperación, con el objetivo de crear una pesquería similar a la existente en Alaska mediante la modalidad de “ranching”. Nuestra normativa ha buscado proteger a las especies salmonídeas de modo de mantener poblaciones en un nivel que permitan el desarrollo de actividades de pesca recreativa y es así como la Ley 20.256 y el Decreto Supremo 320 del año 1981, que reglamenta la pesca recreativa, entre otras normas y resoluciones, establecen medidas de administración y vedas, justamente para proteger a este grupo de especies, especialmente frente a la extracción indiscriminada e ilegal.

La pesca ilegal tiene consecuencias negativas en múltiples ámbitos, ya que no sólo pone en riesgo a las poblaciones sobre las que se realiza la actividad de pesca legal, sino que también a quienes de forma lícita las realizan, afectando su medio de vida y el sustente de sus familias. Pero en este caso en particular de las especies salmonídeas de aguas continentales, sumamos el riesgo de la difilobotriasis y también innumerables riesgos sanitarios producto de las malas condiciones en que la captura ilegal es manipulada, transportada y almacenada, previo a que el consumidor la adquiera, por lo que se expone a riesgos alimentarios que pueden ser incluso más severos.

La pesca recreativa además de su función propia, permite sostener importantes actividades en torno al turismo y que es posible potenciar aún más. La belleza del paisaje y las condiciones que el sur de nuestro país ofrece, tanto a nuestros connacionales como a quienes nos visitan desde otros países, dan lugar a diversas actividades del turismo y comercio, que en valor tienen la capacidad de superar varias veces lo que representa la pesca ilegal.

El desarrollo armónico y el uso racional de los recursos hidrobiológicos es tarea no sólo de los organismos del Estado, sino que de todos los ciudadanos, que podemos proteger nuestros recursos y la actividad que en torno a ellos se desarrolla. Para ello es necesario que todos cumplamos con las normas, adquiriendo nuestras licencias de pesca recreativa, adquiriendo los recursos y productos de pesca y acuicultura en lugares de expendio autorizados, evitando las malas prácticas y sobre todo denunciando a quienes realizan pesca ilegal, así como a quienes participan de ella vendiendo salmones que provienen de esta actividad ilícita.