“Se requieren incentivos para que el agro cumpla con los estándares de la salmonicultura”

El gerente técnico de Salmones Aysén, David Garrido, manifestó la necesidad de un enfoque sistémico de economía circular, donde la agricultura y la salmonicultura trabajen en conjunto.
Para David Garrido, gerente técnico de Salmones Aysén, la industria salmonicultora chilena enfrenta un momento clave en el que crecimiento y sustentabilidad deben ir de la mano. “Noruega y Escocia quieren duplicar o triplicar su producción, nosotros también necesitamos continuar creciendo para responder a la demanda de Estados Unidos y Japón, y posicionarnos en Europa, que, aunque es un mercado más exigente, representa una gran oportunidad para nuestro país”.
Garrido destacó en su exposición en el seminario y mesa Agro-Salmón realizado la semana pasada en el recinto SAGO, en Osorno, que el salmón coho sigue ganando relevancia en los últimos años. “Se comercializa como producto congelado, lo que facilita su transporte por barco y representa una ventaja comercial importante para Chile”.
Sin embargo, para garantizar que esta expansión no comprometa el rendimiento ni la salud de los peces, el ejecutivo plantea que la clave está en la alimentación.
“Necesitamos reducir la dependencia de materias primas marítimas, pero sin perder de vista la calidad del producto final. El 70% de la huella de carbono del salmón viene del alimento, y esta es una brecha que podemos y debemos mejorar”, dijo Garrido.
Recordó que en la década de los 90 predominaban las proteínas marinas en la alimentación de los salmones, mientras que hoy estos insumos han sido parcialmente reemplazados. “Aún necesitamos ácidos grasos omega 3, pero hemos avanzado en incluir otras materias primas: productos de origen vegetal, harinas de origen animal, micronutrientes, vitaminas y minerales”.
Para Garrido, la agricultura chilena podría convertirse en un aliado estratégico para la salmonicultura. “Chile produce con calidad y con estándares que muchos de nuestros vecinos no alcanzan. Tenemos la experiencia y la reputación para garantizar productos de excelencia. Integrar esta agricultura local no sólo fortalecería la economía interna, sino que permitiría reducir la huella de carbono de la producción de salmón”.
Sin embargo, actualmente solamente el 23% de los cultivos agrícolas que utilizan las salmonicultoras proviene de Chile. “Se requieren incentivos para que estos productores adopten prácticas con mayor valor agregado, junto a herramientas de certificación y trazabilidad que les permitan cumplir con normas internacionales como ASC y BAP”.
Garrido concluye con una mirada a largo plazo: “Necesitamos un enfoque sistémico de economía circular donde la agricultura y la salmonicultura trabajen en conjunto para lograr una verdadera integración en el sur de Chile. Esta colaboración no solo garantiza crecimiento y sostenibilidad para la industria, sino que consolida a la región como una plataforma para crear valor compartido de manera sostenible y estable”.