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“La sostenibilidad tiene que dejar de verse como algo aislado o comunicacional”

Sebastián Videla, Director de NODO Consultores.

El consultor Sebastián Videla advierte que el principal desafío es cultural en salmonicultura: integrar lo social y lo ambiental en la toma de decisiones y construir relaciones reales con las comunidades.

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La sostenibilidad abarca mucho más que los aspectos ambientales: implica considerar también lo económico, lo social y la manera en que las organizaciones proyectan su futuro sin afectar a las próximas generaciones. 

Adoptar la sostenibilidad, señala Sebastián Videla, director ejecutivo y cofundador de Nodo, consultora especializada en gestión territorial y sostenibilidad, supone cambios culturales y decisiones cotidianas que incorporen estas variables, más que solo sumar indicadores o reportes. 

Su principal énfasis está en el ámbito social, especialmente en el relacionamiento con comunidades, un factor que hoy resulta determinante para anticipar riesgos, evitar conflictos y facilitar el desarrollo de nuevos proyectos en cualquier territorio.

¿Cómo evalúas hoy el nivel de madurez que tiene la industria acuícola chilena en materia de sostenibilidad?

La industria acuícola chilena ha mostrado una evolución evidente en sostenibilidad en los últimos años, en un contexto global donde el foco ha ido cambiando hacia otros temas como seguridad, empleo o crecimiento económico. Antes era común que las empresas se declararan sostenibles por contar con políticas de diversidad, inclusión o algunas medidas ambientales, pero sin una estrategia profunda que las sostuviera. Hoy se observa una disparidad: algunas compañías han logrado integrar la sostenibilidad en su toma de decisiones y en su modelo de negocio, mientras que otras mantuvieron prácticas puntuales que con el tiempo se han ido diluyendo. Esto no depende necesariamente del tamaño de la empresa, sino del liderazgo y de cuánto se incorpora realmente la sostenibilidad en la gestión cotidiana. Aunque todas afirman querer ser sostenibles, en la práctica se nota cuándo ese compromiso es genuino y cuándo se queda en el discurso.

A pesar de los avances, aún existe una brecha importante para que la sostenibilidad sea parte estructural del modelo productivo. Incorporar tecnología, innovación o herramientas como la inteligencia artificial para anticipar riesgos climáticos, sociales o ambientales es clave, pero también lo es un cambio cultural que permita dejar atrás la visión de que lo social y lo ambiental son temas de comunicaciones o marketing. Durante mucho tiempo la sostenibilidad se vio como una forma de “verse bien”, pero las empresas que han fortalecido equipos técnicos y especializados están entendiendo su valor real: prepararse para un futuro donde fenómenos como el cambio climático, por ejemplo, ya están impactando directamente los procesos. En ese escenario, algunas compañías han avanzado de manera consistente, mientras otras aún tienen camino por recorrer.

¿Cuáles son los principales desafíos estructurales que impiden avanzar hacia modelos más sostenibles?

Los principales desafíos pasan primero por la cultura de innovación: la sostenibilidad exige adoptar nuevas tecnologías y formas de trabajo, pero no todas las empresas tienen el mismo nivel de madurez para impulsar esos cambios. Luego viene un desafío cultural más amplio: aún falta comprender que la sostenibilidad no solo aporta al ambiente, sino también a la resiliencia, la eficiencia y los resultados económicos. Inversiones como energías limpias pueden ser costosas al inicio, pero generan ahorros, y además ayudan a atraer talento que busca trabajar en organizaciones con propósito y enfoque de triple impacto.

A esto se suma el cambio climático, que atraviesa todas las dimensiones de la sostenibilidad y obliga a las empresas a anticipar riesgos técnicos, sociales y ambientales. Prepararse para estos escenarios es clave para adaptarse y sostener su operación en el futuro.

¿Qué brechas tecnológicas, culturales y normativas ves como más críticas para que una empresa sea realmente sostenible?

Para mí, la brecha más importante es cultural. La sostenibilidad debe dejar de ser vista como algo aislado o comunicacional y convertirse en una oportunidad económica y estratégica. Muchas veces los proyectos se diseñan desde un computador, sin considerar los impactos sociales o las necesidades reales del territorio. Ese cambio cultural tiene que partir desde los directorios, porque cuando las decisiones estratégicas incorporan lo social y lo ambiental, eso permea hacia toda la organización.

También existe una brecha en adopción tecnológica. Para innovar hay que estar dispuestos a probar, equivocarse, traer proveedores que quizá no funcionan al primer intento. Si las organizaciones no abren espacio para la innovación, nada cambia. Eso requiere recursos, tiempo y una mirada de innovación abierta que permita incorporar tecnologías e ideas desde afuera.

¿Qué buenas prácticas de relacionamiento comunitario están marcando la diferencia en las industrias del sur?

Un cambio muy significativo es que el relacionamiento dejó de ser transaccional. Ya no se trata de aportar con una actividad puntual o financiar una celebración; hoy se busca construir relaciones de largo plazo y beneficio mutuo. Las empresas están entendiendo que su rol no es solo operar, sino también contribuir al desarrollo de las localidades con sus conocimientos, tecnologías y capacidades. También ha cambiado la forma de acercarse a las comunidades para nuevos proyectos. Mientras más temprano se inicia el diálogo, mejores resultados se obtienen, porque las personas quieren saber qué ocurre en los centros de cultivo, en las plantas o en las pisciculturas. La transparencia —abrir puertas, explicar monitoreos, mostrar cómo se gestionan residuos o efluentes— es una práctica muy valiosa.

Además, las empresas que establecen vínculos permanentes evitan caer en relaciones asistencialistas. Actualmente la tendencia es trabajar como socios: apoyar a las comunidades en desarrollar buenos proyectos, acompañarlas para apalancar recursos y construir soluciones duraderas. Para eso, contar con equipos expertos en lo social es clave, porque las necesidades del territorio no siempre se ven desde el negocio. Este trabajo anticipa riesgos y permite relaciones más estables en el tiempo.

¿Qué falta para mejorar la percepción pública y fortalecer la legitimidad social de la industria?

La percepción ha cambiado mucho en los últimos diez años. Es clave conocer bien el entorno: quiénes son las comunidades, qué les preocupa, qué esperan de la empresa y cómo viven los impactos. Tener equipos expertos en lo social permite comprender esas realidades y construir relaciones más sólidas. Otro punto esencial es acercar el producto a las comunidades. Mucho de lo que se produce se exporta, y eso genera distancia. Varias empresas han avanzado con tiendas locales a precios preferentes, y ese tipo de acciones ayudan a conectar el valor del producto con el día a día de las familias. 

Si tuvieras que priorizar tres acciones concretas para que la industria sea más sostenible en los próximos cinco años, ¿cuáles serían?

Primero, incorporar la sostenibilidad en la estrategia del negocio, desde el directorio hacia toda la organización, con acciones concretas y una mirada de largo plazo. Segundo, profundizar el trabajo con las comunidades, de forma permanente y estratégica, para construir desarrollo mutuo y relaciones estables. Y tercero, apostar decididamente por la innovación y nuevas tecnologías, aceptando que equivocarse es parte del proceso. Sólo así será posible adaptarse mejor a los desafíos climáticos, energéticos y sociales que vienen.

¿Qué oportunidades tiene Chile para liderar estándares de sostenibilidad a nivel latinoamericano?

Chile está avanzado respecto a otros países de la región, tanto en lo normativo como en la adopción empresarial. Pero no podemos quedarnos tranquilos: en otras latitudes ya se habla de economía regenerativa, de dejar los ecosistemas igual o mejor de como estaban, y esa conversación pronto llegará a nosotros. Hoy medir la huella de carbono es el mínimo; las discusiones internacionales están en otro nivel. Si miramos esas tendencias con anticipación, podremos prepararnos mejor y mantener el liderazgo regional en los próximos años.

Revisa la última edición de revista Salmonexpert, donde aparece esta entrevista exclusiva completa, haciendo click aquí.

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