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Resistencia antimicrobiana en bacterias acuáticas

Publicado Última actualización

Carlos Bohle

El proyecto de investigación doctoral de Syed Qaswar Ali Shah, analizó el fundamento genético de la resistencia a los antibióticos en bacterias aisladas de salmón en Noruega. Para ello utilizó bacterias resistentes a las quinolonas, obtenidas a partir de aislamientos de Flavobacterium psychrophilum en truchas arcoíris y de Yersinia ruckeri en salmón Atlántico, las que causan la enfermedad bacteriana de agua fría en la trucha arcoíris y la boca roja en el salmón.

Las quinolonas son un grupo de antibióticos de amplio espectro, efectivas contra una gran cantidad de gérmenes, a excepción de los anaeróbicos. En la industria salmonicultora, la resistencia bacteriana a las quinolonas implicaría restricciones en su uso, lo cual reduciría aún más la cantidad de antibióticos disponibles. Por ello debe ponerse atención en la prevención de la infección y el desarrollo de una vacuna contra el patógeno Flavobacterium psychrophilum para prevenirla.

Según lo publicado por la Escuela Noruega de Ciencias Veterinarias, Shah estudió bacterias aisladas obtenidas de centros de cultivo en Chile y Noruega, para descubrir los genes que codifican la resistencia a los antibióticos, encontrando que muchas de las bacterias aisladas eran resistentes a varios tipos de antimicrobianos.

Los aislados de centros de agua dulce contenían más bacterias resistentes que los provenientes de aguas marinas. Además, Shad descubrió resistencia en centros de agua dulce que no estaban usando antibióticos como método de tratamiento, lo que puede ser explicado por las operaciones integradas en pisciculturas, donde los fertilizantes de otras producciones animales se utilizan como fuente de alimento para los salmones.

Hubo más bacterias resistentes a los antibióticos en el agua de mar de Chile que en la de Noruega, lo que puede explicarse por el uso de antibióticos en el cultivo del salmón chileno.

El alimento no consumido que contiene antibióticos y aquellos que no fueron digeridos y permanecen en las heces del salmón, son depositados en el sedimento de los centros, contribuyendo muchas veces a la acumulación de químicos en el ambiente circundante, lo que puede dar como resultado un desarrollo de genes resistentes en las bacterias locales.