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Salmones Camanchaca fortalece su autonomía con robusto programa genético

Centro de cultivo de Salmones Camanchaca.

Desde 2006, la compañía impulsa esta iniciativa integral que combina cepas exclusivas y alianzas estratégicas para avanzar hacia mayor sostenibilidad, autonomía y resiliencia productiva.

Salmones Camanchaca desarrolla desde hace casi 20 años un programa genético propio que le ha permitido mantener una trazabilidad completa sobre sus reproductores, asegurar el abastecimiento continuo de ovas durante todo el año y posicionarse como una de las compañías pioneras en genética aplicada a la salmonicultura chilena. A través de la selección por familias, avances en genómica, alianzas estratégicas y una visión centrada en la autonomía productiva, la empresa ha logrado consolidar una estrategia única en la industria nacional, que apunta a combinar eficiencia, sustentabilidad e independencia en toda su cadena de valor.

En conversación con Salmonexpert, Carlos Soto, subgerente de Agua Dulce de Salmones Camanchaca, sostuvo que el programa comenzó con el objetivo de preservar y potenciar una cepa exclusiva de salmón del Atlántico de origen escocés, denominada comercialmente “Lochy”.

“Lo que motivó a la compañía a llevar adelante este programa genético, fue que teníamos una cepa propia, y queríamos mantenerla vigente en el tiempo, manejarla de la mejor manera posible y tener control total sobre ella. Para eso, el programa genético era la herramienta clave”, explicó. Desde entonces, Camanchaca ha buscado construir un modelo de gestión integrado, desde la producción de huevos hasta la cosecha, complementado con genéticas externas.

Soto indicó que en sus inicios el programa se basó en la tradicional selección por familias, mejorando características como el crecimiento, la resistencia a enfermedades y la calidad del producto final. Sin embargo, con la llegada de la genómica, la empresa dio un giro técnico importante. “Cuando apareció todo el mundo de la genómica, también nos metimos en esa historia, porque si queríamos hacer algo serio, teníamos que estar al nivel de lo que se estaba haciendo técnicamente en el mundo”.

Carlos Soto.

En ese camino, destacó la alianza con la Universidad Católica de Valparaíso y el trabajo conjunto con el doctor José Gallardo, reconocido experto internacional en genética acuícola, quien los asesoró directamente. “Actualmente, las técnicas que usamos para el programa genético son las mismas que emplea cualquier casa genética”.

Hitos

Uno de los hitos más relevantes que identificó Soto fue la decisión anticipada de aislar los reproductores de los riesgos sanitarios del mar. “Antes incluso del brote del virus ISA, ya veníamos con un plan para salir del mar, porque las enfermedades eran muy diversas y complejas. En ese momento ya teníamos instalados muchos reproductores en Polcura, en Los Ángeles, en una piscicultura que está muy alejada de los centros operacionales y que es una de las más antiguas de Chile”, recordó. Esta medida no solo les entregó aislamiento geográfico, sino también una ventaja frente a los desafíos sanitarios del sector.

La implementación de técnicas de fotoperiodo controlado fue otro paso estratégico para Camanchaca. Gracias a este sistema, la empresa puede producir ovas durante todo el año, asegurando una oferta constante de acuerdo con su planificación interna. Además, destacó los avances logrados en el ámbito de la genómica, especialmente en el estudio del SRS.

“Fuimos los primeros en advertir que esta enfermedad no respondía a un solo marcador, como se pensaba. Sostuvimos que esto era un tema más amplio, poligénico, y empezamos a hablar de selección genómica”, relató Soto.

Actualmente, gran parte de los peces cultivados por Salmones Camanchaca provienen de producción interna. Sin embargo, la compañía ha definido una estrategia mixta que combina su genética con la de la principal casa genética del país, AquaGen, de la cual es multiplicadora. “Nuestro planteamiento es trabajar proporcionalmente con genética interna y de la industria buscando estabilidad, flexibilidad y opciones técnicas para responder a distintos escenarios productivos”, dio a conocer el subgerente.

Hibridación

En este marco, la empresa también ha desarrollado el concepto de hibridación en peces, una línea poco explorada en la salmonicultura nacional. “La hibridación consiste en mezclar dos cepas puras para generar híbridos con mejores características productivas, como se hace en la industria del cerdo o el pollo. Pensamos que el salmón no debería ser muy distinto”, dijo Soto. Según explicó, esta estrategia ha dado resultados positivos en campo, abriendo nuevas posibilidades para la eficiencia y el rendimiento.

La compañía trabaja actualmente con tres cepas distintas: la cepa Lochy, única y propia; una cepa denominada Fanad, desarrollada durante años por la empresa; y la cepa AquaGen. El profesional subrayó la importancia de mantener esta diversidad genética como un aporte a la industria nacional. “El hecho de tener distintas cepas y mantener una propia, de alto valor genético, también es una forma de aportar al conjunto de la salmonicultura chilena, porque la variabilidad genética es un activo para la resiliencia del sector”.

El trabajo colaborativo con la Universidad Católica de Valparaíso ha permitido además el desarrollo de una pequeña área de investigación y desarrollo dentro de Camanchaca, muy focalizada en requerimientos específicos de la compañía. “A partir de esta alianza, pudimos crear un área de I+D que hoy se enfoca en temas como la inmunidad al estrés ambiental, además de otras evaluaciones productivas que nos interesan como compañía. La genética exigía investigación básica, y eso nos impulsó a crear capacidades internas que ahora fortalecen nuestro desarrollo tecnológico”, expresó Soto.

Foco productivo

De cara al futuro, la empresa busca consolidar su modelo mixto y avanzar en la especialización genética según las necesidades productivas de cada centro. “Ya estamos sembrando centros con peces que han sido seleccionados por su resistencia, y otros con mayor potencial de crecimiento, dependiendo del foco productivo. Esa es una ventaja que nos da este modelo”, comentó el ejecutivo, destacando la importancia de adaptar la genética a cada escenario operativo.

Finalmente, Soto valoró la autonomía alcanzada gracias a este trabajo de largo plazo. “Tener nuestras propias ovas, disponibles en la cantidad, calidad y momento que requerimos, es un beneficio enorme para la compañía. Pero, además, creemos que es una responsabilidad como empresa aportar con cepas valiosas y con variabilidad genética a la industria. Esa también es una forma de contribuir al desarrollo sustentable del sector”.