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Salmonicultura y cambios de paisaje

Chile: Jorge León es Ingeniero en Acuicultura, Magíster en Ciencias mención Recursos Hídricos, Doctor en Ciencias Forestales y fundador de Traful Consultores, en Concepción.

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El año 2016, se ha constituido como uno de esos años donde la naturaleza pareciera oponerse al desarrollo de la acuicultura, recordándonos lo vulnerable que son los cultivos intensivos y el desarrollo de esta industria. En este escenario, la floración de la microalga Pseudochattonella verruculosa, y la masiva difusión que han alcanzado sus repercusiones, tanto económicas como sociales, han permitido dimensionar el grado de exposición de la salmonicultura chilena, así como también visualizar las demandas y anhelos de los diferentes actores de la sociedad respecto de la sustentabilidad de esta actividad.

En consecuencia, en tiempos de crisis parece adecuado que la industria tome conciencia del peligro y reconozca la oportunidad de avanzar, aspecto que, en este caso, corresponde a la posibilidad de robustecer el conocimiento sobre los ecosistemas que utiliza, e implementar acciones que le permitan mitigar o adaptarse a condiciones ambientales que limitan su productividad. En específico, en esta columna presento una visión sobre los riesgos y oportunidades asociadas a las fuentes de agua dulce que se utilizan para la producción de ovas y alevines.

Para comenzar, es necesario indicar que una parte importante del desarrollo exponencial de la salmonicultura chilena, se explica por las notables condiciones ambientales de los sistemas acuáticos del sur de Chile. En este sentido, sorprende que pese a los años que lleva la industria desarrollándose, persiste un bajo nivel de conocimiento sobre los atributos de las cuencas desde donde se abastecen las pisciculturas. Este desinterés indica que la provisión y cantidad del agua aun no se visualiza como un problema. Pero, ¿qué pasará en las décadas venideras, donde se prevé conjuntamente una disminución de las precipitaciones y una sobredemanda de los recursos hídricos disponibles?.

Si nos remontamos a las primera etapas de la industria, coincidiremos en que las piscicultura fueron emplazadas en su mayoría en la zona sur austral del país, preferentemente en ríos cuyas cuencas eran dominadas por bosques nativos. Este atributo, sumado a precipitaciones consideradas normales, aseguró por años caudales estables y cursos de agua con bajas concentraciones de sólidos suspendidos y nutrientes,  altas concentraciones de oxígeno disuelto y baja amplitud térmica.

Sin embargo, dado el crecimiento de las exportaciones del sector y la consecuente mayor demanda de ovas y alevines, la implementación de pisciculturas se amplió hacia zonas menos australes, siendo las zonas pre-cordilleranas de las regiones de la Araucanía y el Biobío dos de las áreas más utilizadas. En estas regiones, según el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), las pisciculturas pasaron desde 57 y 19 en el año 2005, a 95 y 27 en el año 2014, respectivamente. Junto con este patrón de expansión, las cuencas utilizadas dejaron de caracterizarse por la presencia dominante de bosque nativo. En efecto, el centro-sur de Chile está cada vez más sometido a Cambios de Cobertura y Uso de Suelo (CCUS) producto de procesos de deforestación y degradación del bosque nativo, y de la habilitación de terrenos para actividades agropecuarias y/o plantaciones forestales de rápido crecimiento. Asociado al CCUS, diversas investigaciones han comenzado a reportar alteraciones en provisión y calidad de agua, observándose un decrecimiento en los caudales de verano y otoño, y un aumento en las exportaciones de sedimentos y nutrientes durante las primeras lluvias de otoño e invierno. De seguro más de algún operario o encargado de piscicultura ya ha notado y ha sido impactado por estos cambios.

En consecuencia, resulta importante que la industria salmonicultora comience a tomar conciencia del riesgo vinculado a la alteración de las fuentes desde donde de abastecen de agua y a reconocer la oportunidad de adecuar aspectos operacionales y mejorar su relación con el entorno. Creemos fuertemente que para asegurar la producción de ovas y alevines, en los actuales y futuros escenarios de provisión y calidad de agua, no alcanza sólo con mejorar o implementar sistemas de tratamiento y re-circulación, sino también es indispensable identificar los forzantes responsables de afecciones a la calidad y cantidad de agua; diseñar e implementar planes o estrategias dirigidas a conservar y/o recuperar atributos biogeográficos que maximicen éste, y otros servicios ecosistémicos de alto valor; y avanzar hacia una gestión integrada de cuencas que permita compatibilidad de usos entre diversos actores.