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“El salmón chileno es mejor que el noruego, pero seguimos vendiendo más barato”

Ignacio Briones.

Durante el Transfer Summit 2025, Ignacio Briones instó a transformar la industria en un pilar estratégico del país, y superar la falta de ambición que frena su crecimiento.

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Para cerrar el Transfer Summit 2025, el economista y exministro de Hacienda, Ignacio Briones,  expuso sobre “Entorno económico, industria del salmón y sus perspectivas de futuro”, afirmando que el salmón debe ocupar un lugar protagónico dentro de la estrategia de desarrollo nacional. “El salmón no es un producto más, es parte de la columna vertebral del progreso de Chile. Seríamos tontos si dejamos pasar esta oportunidad”, señaló con énfasis, instando a mirar más allá de los ciclos políticos cortos. A su juicio, el desafío consiste en proyectar la industria con visión de largo plazo, “con un Estado que facilite y un sector privado que se atreva a ser ambicioso”.

El exministro recordó que la salmonicultura chilena genera exportaciones cercanas a los US$7 mil millones y decenas de miles de empleos directos, constituyéndose —dijo— en “un orgullo nacional que algunos aún no reconocen”. Subrayó que el país debe dejar atrás la inercia y recuperar su impulso productivo. “En los últimos años nos hemos acostumbrado a la mediocridad del 2%. Chile no se cae a pedazos, pero se estanca, y eso es casi peor”. En ese contexto, propuso que el sector trace metas audaces y mensurables, como triplicar la producción al 2050, tal como proyecta Noruega. “¿Por qué ellos pueden pensar en grande y nosotros no?”, preguntó.

Con respecto al nuevo escenario global, Briones advirtió que la ola proteccionista encabezada por Estados Unidos no será pasajera y que su impacto sobre la salmonicultura chilena es real y duradero. Explicó que el arancel del 10% impuesto al salmón nacional puede traducirse en pérdidas cercanas a US$280 millones en el corto plazo y hasta US$428 millones si se prolonga. “Esto no es una tragedia, pero sí una señal de alerta. El mundo cambió y debemos adaptarnos. No basta con quejarnos de los aranceles, hay que compensarlos con productividad y crecimiento”, sostuvo, destacando que Noruega enfrenta un 15%, Canadá un 7% y Perú un 13%.

El economista detalló que el 40% del valor exportado por Chile en salmón se destina al mercado estadounidense, donde el precio promedio alcanza US$11 por kilo, frente a los US$8 del promedio global. “Si Estados Unidos se cierra o encarece, el problema no es solo vender menos, sino vender más barato”, advirtió. Según explicó, las desviaciones hacia otros mercados generan retornos menores y presionan los márgenes. “El 2050 no puede pillarnos mirando el retrovisor; necesitamos más productividad, más inversión y menos burocracia”.

Asimismo, Briones apuntó directamente a la permisología ambiental como uno de los principales obstáculos estructurales del país. “En Chile no faltan estándares, sobran trámites”, dijo, calificando el marco regulatorio como “un ecosistema inexpugnable, impredecible y lleno de guías que operan como leyes de facto”. A la vez, valoró la nueva ley de permisos sectoriales, que introduce principios de costo-eficiencia, proporcionalidad y previsibilidad, los que —según planteó— “deberían copiarse textual en la legislación ambiental, porque compatibilizar desarrollo y protección es posible si hay voluntad política”.

Para cerrar, el exministro hizo un llamado a establecer un pacto de desarrollo nacional de largo aliento, articulado en torno al Estado, la empresa privada, la academia y las comunidades. “No necesitamos un gobierno de emergencia cada cuatro años, sino una estrategia de país que dure 25”, recalcó. Propuso fijar metas concretas como alcanzar US$21 mil millones en exportaciones salmonicultoras al 2050, respaldadas por innovación y sostenibilidad. “El salmón chileno es mejor que el noruego en muchos aspectos, pero seguimos vendiendo más barato porque no mostramos lo bien que lo hacemos. Falta ambición, y ese es el verdadero enemigo”, concluyó.

Panel de conversación.

Oportunidades futuras del salmón chileno

Luego de la exposición de Briones, se desarrolló el conversatorio “Oportunidades futuras de la industria chilena del salmón”, que reunió a destacados representantes del sector público y privado para debatir sobre los desafíos regulatorios, productivos y estratégicos que definirán el futuro del rubro. 

La instancia contó con la participación de Rodrigo Wainraihgt, alcalde de Puerto Montt; Gino Manríquez, gerente de Administración y Finanzas de Australis Seafoods; Francisco Lobos, gerente de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Multi X; Óscar Gárate, director ejecutivo de Sealand Aquaculture; Ignacio Briones, economista y exministro de Hacienda; y Pablo Albistur, gerente regional de Farming de Salmones Camanchaca. Cada uno aportó su mirada sobre las perspectivas de la salmonicultura chilena para los próximos cinco años, coincidiendo en la urgencia de avanzar hacia una industria más competitiva, moderna y sostenible. 

El alcalde Rodrigo Wainraihgt destacó que las decisiones políticas a nivel comunal, regional y nacional deben alinearse con un apoyo decidido a la industria y sus trabajadores. A su juicio, Chile posee condiciones naturales únicas comparables solo con Noruega y Canadá, lo que obliga a mirar la actividad con orgullo y determinación. “Tenemos que creernos el cuento, pero no solo decirlo: pasar de la idea a la acción. Tenemos que transformar el discurso en decisiones concretas que impulsen el crecimiento”, enfatizó, llamando a fortalecer el vínculo entre el desarrollo local y la producción acuícola.

Por su parte, Gino Manríquez, advirtió que el crecimiento de la salmonicultura chilena dependerá de la capacidad del país para eliminar trabas estructurales y adoptar decisiones técnicas. “El futuro de la industria no se juega en los próximos cinco años, sino en las próximas cinco semanas”, sostuvo, aludiendo a las discusiones regulatorias pendientes. Agregó que Chile enfrenta un problema de fondo: “Ya no tenemos incertidumbres jurídicas, sino certezas ideológicas. Todo se mira desde un prisma político, y eso frena las soluciones técnicas que necesitamos”. Para el ejecutivo, la prioridad es destrabar temas como las relocalizaciones, fusiones y mejoras en la Ley General de Pesca y Acuicultura, promoviendo un marco regulatorio moderno y predecible.

Desde una perspectiva empresarial, Francisco Lobos, expresó optimismo respecto al futuro inmediato del sector, atribuyéndolo al impulso generado por el Plan Salmón 2050 y al trabajo gremial en torno a propuestas regulatorias concretas. “Si logramos tomar el sartén por el mango, tenemos 60 centavos de dólar por kilo en eficiencia regulatoria que podemos recuperar”, indicó, detallando que existen cerca de US$0,60 por kilo en costos asociados a normas mejorables, equivalentes a un potencial de competitividad enorme. Según precisó, “si la institucionalidad acompaña con decisión, la salmonicultura puede consolidarse como una industria sostenible y próspera para las próximas décadas”.

En tanto, Óscar Gárate, coincidió en el diagnóstico positivo y proyectó una expansión productiva sostenida. “Si se avanza en los cambios regulatorios que la industria requiere, podríamos alcanzar entre un millón y un millón cien mil toneladas anuales en los próximos cinco años”, sostuvo. Para el ejecutivo, el principal desafío no sólo está en crecer en volumen, sino en mantener o superar la productividad lograda en temporadas anteriores, consolidando la eficiencia técnica como motor del desarrollo acuícola.

El economista Ignacio Briones reforzó la necesidad de combinar ambición y realismo en la estrategia nacional. “Acá se ven ganas y hambre de crecer, y eso es fundamental”, afirmó, advirtiendo que Chile no puede conformarse con el estancamiento productivo. “Por cada mil hectáreas solicitadas bajo la Ley Lafkenche, la industria salmonera ocupa solo una. Denme diez y hablamos”, ironizó, evidenciando lo que considera una desproporción regulatoria. Además, advirtió que, si Noruega logra triplicar su producción hacia 2050 y Chile mantiene su nivel actual, su participación mundial podría caer del 27% al 14%. “Eso sería mediocridad. Tenemos que quitarle el espacio al noruego, y se puede”, subrayó.

Finalmente, Pablo Albistur destacó como señal positiva que hoy exista consenso sobre los principales desafíos del sector. “Por primera vez hay un diagnóstico común; necesitamos destrabar regulaciones, avanzar en relocalizaciones y contar con reglas claras para los fondos marinos”, afirmó. A su juicio, el compromiso ambiental y social alcanzado por las empresas es una fortaleza que debe ser comunicada con mayor fuerza. “Las compañías están reportando memorias integradas, mostrando lo que hacen y su compromiso genuino con las comunidades. Lo que necesitamos ahora es gestión y coherencia para que esas promesas se traduzcan en resultados concretos”.