Anuncio

Un Rolls Royce con neumáticos gastados

Publicado Última actualización

GUSTAV-ERIK BLAALID, EDITOR GENERAL gustav@fishfarmingxpert.com 

Una a una las empresas abiertas a bolsa en Noruega, han presentado sus cifras del tercer trimestre 2013. Todas muestran ci- fras históricas. Estupendo. Nos alegramos por los propietarios de las empresas y constatamos que las ganancias nunca han sido mejores que en este momento, tanto en Noruega como en el resto de Europa. El motivo, es la muy favorable situación de mercado para el salmón. La demanda va al alza, al mismo tiempo que la producción se estabiliza. Estas dos variables conllevan a altos precios y, al parecer, esta situación se mantendrá por un buen tiempo, a menos que ocurran drásticos cambios. Bajo este escenario, las empresas ganarán mucho di- nero. Creemos que los productores de sal- món, durante el último trimestre de este año, y en los primeros dos semestre del 2014 registrarán nuevos récords. En un contexto marcado por arcas que engordan, será interesante observar qué hacen los dueños. En las empresas listadas en bolsa, los inversionistas esperan obtener dividendos, y el atractivo de estas empre- sas está, entre otros, en la política de di- videndos. Que Marine Harvest esté entre las acciones más populares de la bolsa de Oslo, se debe a una política de dividendos agresiva y en la facilidad de transacción de los títulos bursátiles, entre otros factores. Nuestra opinión es que éste es un desarro- llo desafortunado. Es obvio que los pro- pietarios quieran tener utilidades sobre sus activos e inversiones. No obstante, creemos que una mayor parte de las ganancias de las empresas debería ser reinvertida, pues la necesidad de inversión es enorme. Para que las empresas salmonicultoras logren sobreponerse a los problemas que aquejan a la industria, debe ocurrir un cambio de paradigma. Ya no es suficiente con enfocarse sobre algunas enfermedades particulares, o si acaso los problemas para- sitarios se tratan de qué químico es más o menos dañino. Se trata de la forma en que se lleva a cabo la producción del salmón. La industria se resiste a enfrentar este debate. Creemos que falta una visión de largo plazo en esto. Cuando los ingresos son tan altos como ahora, se debe establecer un enfoque mucho mayor en innovación y desarrollo. Que todavía estemos cultivando peces con las mismas redes que usamos en los años sesenta, indica que la industria ha estado estática en áreas críticas. El interés en la innovación por parte de la autoridad tampoco ha sido apremiante. Por medio de objetivos políticos, las au- toridades tienen una influencia determi- nante sobre la industria del salmón. Esto se aplica a todos los países productores de salmón. Con los años, las regulaciones se han vuelto más estrictas, detalladas y acuciosas. Pero, quizás, los políticos y ex- pertos técnicos deberían hacer una nueva evaluación del régimen administrativo. Si sabemos que quizás una baja densidad es lo que más afecta la salud de los peces en forma positiva, ¿por qué no apuntar las condiciones regulatorias en esta dirección? ¿Por qué las autoridades en Noruega están tan obsesionadas con la Biomasa Máxima Autorizada? ¿Por qué no enfocarse más en la salud de los peces cuando las autoridades ejercen la supervisión y el control? En No- ruega tenemos a la autoridad alimentaria, que controla y registra todos los brotes de enfermedades. Ellos también registran los aumentos en la carga parasitaria y pueden obligar a realizar cosechas si los peces están enfermos o tienen demasiados piojos. En Chile, Sernapesca cumple un rol similar. Reducir la densidad, producir post-smolts (cerca de 1 kilo) en sistemas cerrados, ocupándose de los desechos que producen estos centros, generar una mayor parte del alimento con recursos que la misma in- dustria produce (por ejemplo, algas), son algunos de los aspectos que deben consi- derarse. Es poco realista que la industria del salmón, en Noruega y en Chile, pueda crecer en varios millones más de toneladas sin estos cambios. Y esto requiere de inver- siones. Inversiones sustanciales. Está bien que John Fredriksen y el resto de los inversionistas estén ganando dinero para comprar autos lujosos. No obstante, están manejando sobre neumáticos gasta- dos. Y eso es peligroso.