Una mancha en la reputación
Por christian pérez mallea Editor christian@salmonexpert.cl
Seguramente, la presencia de antibióticos en los envíos de las exportadoras nacionales de salmónidos cumple con los niveles establecidos por norma en los más exigentes mercados de destino, naciones que, muy probablemente, operan en su mayoría con regulaciones más detallistas y rigurosas que los estándares chilenos. Sería irresponsable intentar cruzar las fronteras con productos que contengan trazas de antimicrobianos mayores a las consideradas como tolerables. De esta manera, se descarta rápidamente el principal temor que pudiese inquietar a los consumidores: mi pescado podría contener antibióticos (o, al menos, en concentraciones detectadas como potencialmente dañinas). En contraste, el control de las empresas salmonicultoras es mínimo respecto de su entorno, especialmente debido a los imponderables que implica el confinamiento de peces en agua. ¿Cuál es el impacto de los fármacos usados por el sector sobre la flora y fauna circundante? ¿Cuál es la presencia de antibióticos en los pescados vendidos en el mercado informal (mayoritariamente, provenientes de escapes y robos)? A falta de estudios, no hay respuestas claras ni, menos aún, convincentes. Lo más preocupante, sin embargo, es la escasez de estudios respecto de Piscirickettsia salmonis, versus el impacto económico que provoca el patógeno. En esta materia, llama especialmente la atención la falta de inversiones en I+D financiadas por el sector privado. Ya que la vía voluntaria ha probado ser poco fructífera, quizás es momento que la Autoridad obligue a la industria a aportar en esta dirección, a través de un mayor pago por cada concesión acuícola, por ejemplo. Asimismo, en vez del Estado, bien podría ser el gremio quien liderara la inversión en I+D, levantando fondos, convocando investigadores y convirtiéndose en referente mundial respecto de Piscirickettsiosis. No obstante, la realidad es demasiado distante de ese ideal. Todo esto ha terminado minando la imagen y reputación de la industria entre numerosos consumidores, especialmente, a causa del alto uso de antibióticos en Chile, en comparación con los demás países productores de salmón. Sin embargo, una duda inquietante es porqué el foco de la opinión pública se ha posado sobre el uso de antibióticos, donde Chile es el país salmonicultor con peor desempeño; y no en la utilización de otros fármacos, como los antiparasitarios, en la que nuestro país está probablemente empatado con los otros lugares en que se cultiva salmón; o con la presencia de PCBs, en la cual muy posiblemente los peces chilenos corren con ventaja. Tema aparte es la posibilidad de exportar pescados con daño en piel, como consecuencia de la Piscirickettsiosis. Al tratarse de un tema delicado, que puede fácilmente afectar la reputación de la industria, lo más apropiado sería mantener una muy frecuente actualización de las exigencias de cada mercado, cumpliendo en detalle con lo establecido por su normativa, a través de un riguroso control que aplique diferentes criterios dependiendo del destino de cada embarque. En tanto, si el cliente no ha convenido explícitamente comprar cierto nivel de pescado con lesiones, pues entonces no debería recibir ningún producto con su piel dañada. ¿Y los estudios que demuestran que esas lesiones son inocuas para el consumidor y que no presentan riesgo de zoonosis, por ejemplo? También deberían ser publicados y presentados a cada cliente.