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Columna de Opinión

Una mayor preocupación por la resistencia a los antiparasitarios

José Miguel Burgos.

"El uso prolongado de antiparasitarios ha generado resistencia, empezando con el benzoato de emamectina y luego con piretroides, azametifos y finalmente hexaflumurón y lufenurón", advirtió José Miguel Burgos.

*Columna de opinión de José Miguel Burgos, consultor en Acuiestudios.

Mucho se ha hablado que la resistencia antibacteriana representa un grave problema de salud pública por el aumento de la mortalidad, el fracaso de antibióticos habituales, la necesidad de medicamentos más potentes y tóxicos, la pérdida de logros médicos y una gran carga económica global.

La resistencia a los antiparasitarios ha generado menos atención.

La resistencia se produce cuando los parásitos sobreviven a medicamentos que antes los eliminaban. Tras el tratamiento, solo los resistentes quedan vivos y transmiten sus genes a futuras generaciones.

Esta condición disminuye la eficacia de los medicamentos, perjudica la salud animal y complica el control de enfermedades, lo que afecta la producción. El uso frecuente e inadecuado de estos fármacos promueve cepas resistentes y exige un manejo más estricto.

Desafíos y consideraciones

La salmonicultura chilena enfrenta la caligidosis como un problema clave debido a la producción intensiva, que facilita la propagación rápida del parásito al aumentar el contacto entre peces infectados y sanos. Lo anterior favorece brotes frecuentes y dificulta el manejo efectivo de la enfermedad.

Para combatir el piojo de mar, la industria ha utilizado principalmente antiparasitarios químicos, como benzoato de emamectina, azametifos, deltametrina, hexaflumurón, lufenurón y peróxido de hidrógeno, administrados por baños, alimentación o tratamientos in situ. El uso continuo de estos agentes ha generado resistencia en los parásitos. Recientemente, se han comenzado a emplear productos no farmacológicos.

El uso prolongado de antiparasitarios ha generado resistencia, empezando con el benzoato de emamectina y luego con piretroides, azametifos y finalmente inhibidores de formación de quitina como hexaflumurón y lufenurón.

Actualmente no se prevé la aparición de nuevos principios activos de antiparasitarios que reemplacen a los existentes, lo que destaca la importancia de preservar los que se encuentran disponibles.

Dado este contexto, resulta fundamental implementar un plan integral para tratar esta parasitosis, que contemple la gestión adecuada de tratamientos, rotación de productos y correcta dosificación para evitar resistencia. También es clave adoptar mejores prácticas de manejo y desarrollar alternativas no farmacológicas para mantener la eficacia de los tratamientos y proteger la salud animal y pública.

Es importante asegurar una dosificación correcta, rotar productos y respetar los tiempos de exposición para evitar la subdosificación, así como establecer mecanismos efectivos para prevenir la dispersión de los parásitos que hayan sobrevivido al tratamiento y, con ello, limitar la propagación de la resistencia.

El desarrollo tecnológico y la investigación son esenciales también, para controlar esta parasitosis y reducir sus efectos negativos.

Finalmente, este plan debe considerarse prioritario y se requiere la cooperación activa de empresas, profesionales veterinarios y autoridades. Así las futuras normas que se generen deberán estar orientadas a la generación de incentivos para la adopción de mejores prácticas en lugar de sanciones, en beneficio del sector, así como los planes de las empresas incorporar estos elementos en sus planes de acción.