Anuncio

“Feeding the Future”: debaten hoja de ruta para la salmonicultura del mañana

Foto: Skretting Chile.

Skretting Chile reunió a autoridades, expertos y gremios para proponer soluciones que fortalezcan la sostenibilidad, la competitividad y la licencia social del sector.

Published Modified

En una jornada concebida para trazar una hoja de ruta hacia una acuicultura más innovadora, competitiva y socialmente responsable, Skretting Chile realizó su primer gran evento corporativo, “Feeding the Future: Sustainability & Innovation”, en el Teatro del Lago de Frutillar.

La cita congregó a figuras clave de la industria salmonicultora, autoridades regionales y nacionales, centros de investigación y representantes del mundo productivo, con el objetivo de debatir y proponer soluciones que permitan compatibilizar desarrollo económico, cuidado ambiental y bienestar social. Además de funcionar como vitrina de tendencias y buenas prácticas, el encuentro se convirtió en un espacio para articular compromisos concretos frente a los desafíos regulatorios, tecnológicos y de legitimidad social que marcan el presente del sector.

Ventaja competitiva

En la apertura, Ronald Barlow, gerente general de Skretting Chile, explicó que el evento había sido planificado “con mucha convicción” para contribuir a un punto de inflexión en la industria salmonicultora, insistiendo en que la sostenibilidad “no es solo una meta deseable, sino un camino posible para una industria moderna, comprometida y resiliente”. Afirmó que no basta con que la sostenibilidad figure como un sello en los productos, porque debe convertirse en una ventaja competitiva y en un verdadero motivo de orgullo para el sector, algo que, en su visión, solo se logrará si se pasa “de las palabras a los actos” y se consolidan espacios como este, donde la conversación se traduzca en acción, colaboración y transparencia.

Barlow precisó que la intención de Skretting es ser un catalizador de cambios positivos en el ecosistema acuícola nacional, evitando imponer una visión y apostando por construirla en conjunto con todos los actores. “Esperamos que esta conferencia no sea solo un evento, sino un motor que inspire nuevas alianzas como las que hemos tenido en el pasado, que impulse soluciones concretas y compromisos reales, y que refuerce el rol de cada uno como protagonista de un futuro en el que la sostenibilidad no sea una etiqueta, sino un estándar vivido día a día”, señaló. Para él, “alimentar el futuro” debe asumirse como una responsabilidad compartida que, desde el sur de Chile, proyecte a la salmonicultura como un ejemplo mundial de cómo compatibilizar medio ambiente, empleo y producción.

Desarrollo territorial sostenible

Rodrigo Wainraihgt.

En su charla “Plan Salmón: una estrategia territorial para el desarrollo sostenible y la innovación”, Rodrigo Wainraihgt, alcalde de Puerto Montt, defendió con firmeza el rol positivo de la industria salmonera en la comuna y en el país, recordando que genera alrededor de 40 mil empleos directos y una cifra similar de indirectos, además de aportar entre US$1.400 millones y US$1.600 millones anuales a micro, pequeñas y medianas empresas que forman parte de su cadena de valor.

“Esta es una cadena que debemos cuidar desde el punto de vista de la rentabilidad económica, pero también de la rentabilidad social. Para lograrlo, se requiere una estrategia que vincule de manera efectiva al mundo público, privado, académico y a la sociedad civil”, detalló el edil.

Wainraihgt relató que el plan, inspirado en la experiencia noruega, comenzó como una iniciativa comunal, pero pronto sumó a autoridades y actores de otras regiones salmonicultoras como Aysén y Magallanes.

“Si Noruega logró, hace décadas, consensuar un acuerdo de largo plazo que les ha permitido duplicar y proyectar triplicar su producción, en Chile también tenemos la capacidad de replicar esas buenas experiencias, adaptándolas a nuestra realidad”, aseguró, añadiendo que no le teme a la defensa abierta de la industria. “No nos tiene que dar miedo hablar de ella; debemos sentirnos orgullosos y trabajar para potenciarla, con innovación y reglas claras que den certezas a todos los involucrados”, apuntó la autoridad.

El alcalde explicó que el Plan Salmón se estructura sobre cuatro principios: la profesionalización e inclusión laboral; el fortalecimiento de proveedores y desarrollo productivo local; la certeza jurídica y planificación sostenible; y la sostenibilidad social, ambiental y económica como base del crecimiento.

Igualmente, criticó la lentitud de los procesos de relocalización de concesiones, que en algunos casos tardan más de una década, y la excesiva centralización de decisiones en Santiago. “Tenemos las capacidades y la preparación para tomar decisiones desde el nivel comunal y regional”, recalcó, advirtiendo que la innovación y la tecnología deben ser palancas para aumentar la competitividad y reducir el impacto ambiental.

Además, Wainraihgt subrayó que el plan se articula con iniciativas de economía azul y proyectos de innovación tecnológica, citando la postulación de Puerto Montt a fondos para crear un centro de innovación local y la inspiración en casos internacionales como Shenzhen, que pasó de ser una aldea pesquera a uno de los polos tecnológicos más importantes del mundo. “Creo firmemente que el mar es nuestra mayor oportunidad de desarrollo, y eso está directamente vinculado con quienes hoy producen alimentos de manera sustentable desde nuestras aguas”.

Modernizar el SEIA

Pablo Badenier.

En su ponencia “Aprendizajes y correcciones del SEIA”, el ex ministro de Medio Ambiente y cofundador de País Circular, Pablo Badenier, recordó que el sector salmonicultor es uno de los más intensivos en el uso del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, y que, en un año promedio, ingresan cerca de 800 proyectos que representan unos US$50 mil millones en inversión declarada.

A su juicio, el SEIA es un instrumento clave por su transparencia y acceso público a la información, pero presenta debilidades que no pueden seguir postergándose, como los tiempos cada vez más largos de tramitación, la pérdida de certeza jurídica y la dificultad de modificar proyectos ya aprobados sin caer en procesos excesivamente burocráticos.

Badenier enfatizó que el sistema tiene un valor único en la administración pública por su acceso a información en línea y en tiempo real sobre opiniones de comunidades, empresas y servicios públicos, pero reconoció que este avance se ve opacado por un marco regulatorio cada vez más exigente y disperso.

“Hoy la normativa ambiental es mucho más compleja que hace cinco años, lo que, aunque fortalece la protección, también hace que los procesos sean más largos y costosos para todos los sectores productivos”, advirtió, señalando que esto impacta directamente en la competitividad de la acuicultura.

Para ejemplificar los cuellos de botella, mencionó proyectos que han estado más de una década en tramitación, atrapados en etapas recursivas y cambios regulatorios sobrevenidos. Recordó que “la certeza jurídica del acto terminal se ha vuelto un bien escaso” y que esta inseguridad desincentiva la inversión, en especial cuando compite con países que ofrecen procesos más claros y ágiles.

El exministro planteó que el SEIA debería enfocarse en proyectos que generen impactos ambientales relevantes, dejando fuera a aquellos de menor envergadura que pueden ser evaluados mediante permisos sectoriales robustos. “No todo proyecto debe ingresar al sistema, y eso no significa desprotección ambiental”, sostuvo, señalando que así se optimizarían los recursos y se reducirían los plazos.

Badenier insistió en que la planificación territorial es clave para la acuicultura, porque definir previamente las vocaciones del borde costero permitiría acortar plazos y evitar controversias posteriores. “Esto facilitaría identificar áreas aptas para la actividad y reduciría los conflictos, aportando certezas a largo plazo”.

Finalmente, Badenier subrayó que las modificaciones a proyectos existentes —como relocalizaciones o ampliaciones— deberían tener un tratamiento más ágil, ingresando al sistema solo si generan impactos significativos. También propuso reforzar el rol técnico del Servicio de Evaluación Ambiental para que tenga una visión más integral, menos dependiente de múltiples organismos sectoriales, y con mayor capacidad para resolver con agilidad.

Licencia social

Ian Roberts.

En la exposición “Licencia Social: Lecciones desde Canadá”, Ian Roberts, presidente de Precision PR, ofreció una mirada extensa sobre su experiencia de más de 30 años en salmonicultura y comunicación estratégica, señalando que la licencia social “no es un derecho, sino el privilegio de operar”.

Explicó que, en Columbia Británica, la industria perdió este privilegio en gran parte por no anticipar y contrarrestar campañas mediáticas y políticas bien financiadas que influenciaron a la opinión pública y al gobierno federal, lo que derivó en la decisión de eliminar, para 2029, todas las licencias de cultivo en balsas-jaula oceánicas.

“No se trató de una medida basada en evidencia científica, sino en un cambio de percepción que se fue instalando hasta hacerse política de Estado”, afirmó el profesional.

Roberts subrayó que, paradójicamente, la industria en Columbia Británica obtuvo una nota sobresaliente en su trabajo local y regional, particularmente en las relaciones con comunidades y gobiernos indígenas, alcanzando acuerdos formales con el 100% de ellos. Sin embargo, admitió que “a nivel nacional se falló en construir un relato sólido, consistente y permanente, capaz de contrarrestar narrativas externas. La distancia geográfica con Ottawa y la falta de presencia estratégica en ese espacio político facilitaron que actores externos ocuparan ese vacío de comunicación".

El especialista describió cómo fundaciones internacionales y grupos ambientalistas destinaron millones de dólares a campañas que usaron el alarmismo como herramienta, difundiendo información sobre supuestos riesgos sanitarios o ambientales, como brotes de anemia infecciosa del salmón o altos niveles de piojo de mar, que luego fueron desmentidos por la ciencia.

“Aunque se desmintieran, el daño ya estaba hecho, porque la opinión pública rara vez recibe con la misma fuerza la rectificación que el titular inicial”, indicó, añadiendo que estos mensajes se amplificaron en medios globales y fueron aprovechados políticamente por autoridades con agendas definidas.

Como lección para la realidad chilena, Roberts advirtió que no se puede depender únicamente de la buena relación con las comunidades locales. Propuso tres líneas de acción claras: consolidar ese apoyo local con trabajo territorial permanente; cerrar de forma sistemática los vacíos informativos con una comunicación constante, clara y anticipatoria; y destinar recursos equivalentes o superiores a los que invierten los críticos en campañas para erosionar la confianza pública.

“Invertir, trabajar, comunicar y esforzarse tanto como ellos es la única forma de proteger el privilegio de operar. La licencia social se gana y se pierde todos los días”, enfatizó el experto.

Roberts concluyó que la licencia social debe administrarse como un activo estratégico de primer orden, tan relevante como cualquier infraestructura o innovación tecnológica. “Perderla puede ser rápido, pero recuperarla es un proceso lento y costoso que requiere trabajo coordinado a nivel local, regional y nacional, y un compromiso real de toda la cadena de valor. La licencia social no es solo una condición para operar, sino un factor que puede determinar la viabilidad futura de toda la industria".

En los próximos días, Salmonexpert publicará notas de las otras interesantes exposiciones realizadas en “Feeding the Future: Sustainability & Innovation”.