Anuncio

La industria salmonicultora se proyecta con nuevos insumos y alianzas globales

Foto: Salmonexpert.

Representantes de la ciencia, la industria y la conservación coincidieron en que la cooperación y la trazabilidad son claves para un crecimiento sostenible del salmón chileno.

En el Teatro del Lago de Frutillar se desarrolló la primera versión de la Sustainability & Innovation Conference 2025, organizada por Skretting Chile, que reunió a más de 200 representantes nacionales e internacionales de la industria salmonicultora, incluyendo autoridades, productores, centros de investigación, proveedores, gremios y organizaciones no gubernamentales. La jornada, marcada por el intercambio técnico y la proyección de tendencias, se estructuró en tres módulos temáticos: Sostenibilidad Territorial, Ingredientes y Materias Primas con Propósito, y Compromisos de Futuro Compartido, con presentaciones enfocadas en el abastecimiento responsable, la innovación en insumos y las estrategias colaborativas para enfrentar desafíos globales.

A lo largo del encuentro, se compartieron diagnósticos, experiencias y soluciones concretas para un futuro más sostenible en la acuicultura, con un énfasis especial en la trazabilidad de los insumos, la diversificación de materias primas y la integración de la agricultura local en la cadena de valor del salmón. Cada ponencia abordó, desde su ámbito, cómo la industria puede responder a las crecientes exigencias ambientales y de mercado, incorporando la ciencia, la tecnología y la cooperación como ejes estratégicos.

Insumos vegetales 

Claudia Osorio.

Claudia Osorio, directora del Centro Regional de Investigación INIA Carillanca, presentó la charla “Huella de carbono e impacto ambiental de insumos vegetales para alimentación acuícola”. En sus palabras, es fundamental “empezar a evaluar y sopesar el impacto que tiene no solamente la producción de salmones, sino también de dónde vienen y con qué los alimentamos”, recordando que la huella de carbono no se limita a la etapa productiva, sino que incorpora transporte, uso de agua, energía y agroquímicos. Mostró datos comparativos que evidencian que, por kilo de producto, el salmón tiene una huella de 10,4 kilos de CO₂ equivalente, frente a los 130 kilos del bovino, pero advirtió que “los insumos vegetales representan una fracción significativa de la huella ambiental y es responsabilidad nuestra poder irla disminuyendo”.

En su intervención, defendió la necesidad de fomentar cultivos nacionales como trigo, arveja, lupino y canola para reducir el impacto del transporte y mejorar la trazabilidad. Relató los avances de un programa tecnológico financiado por Corfo, que desde hace tres años realiza ensayos en regiones como La Araucanía, Aysén y Magallanes, identificando especies adaptables a climas extremos, como la camelina, con resultados positivos incluso en Tierra del Fuego. “El uso de insumos vegetales locales es clave para aumentar la trazabilidad, disminuir la huella de carbono y el impacto ambiental de la producción acuícola”.

Mauricio Magnasco.

Mauricio Magnasco, cofundador de la Cooperativa Agrícola de Granos, advirtió en su charla “Desde el campo a la mesa: innovación rural con impacto global” que la agricultura de cultivos anuales en Chile está en crisis y que, en el caso del trigo, “en los últimos 25 años la siembra ha bajado un 58%, con una caída anual de 7 mil hectáreas". Según explicó, el país importa cerca del 70% del trigo que consume, lo que implica recorrer distancias de hasta 15.000 kilómetros y, por ende, incrementar costos y huella de carbono. “Estamos en un círculo vicioso en donde baja la superficie, se genera un déficit, hay que salir a comprar granos, se paga más caro y más lejos, y esto va a seguir así hasta que alguien haga algo”.

La cooperativa, fundada en 2023 y dueña de sus semillas e insumos, produce 40 mil toneladas de trigo de alta viscosidad —clave para la estructura del pellet de salmón— y 10 mil toneladas de arveja forrajera, que, según sus estimaciones, tiene “un 70% menos de huella de carbono que el trigo, porque no requiere fertilizante y eso es uno de los insumos que más suma a la huella”. Abastecen completamente a Skretting y han inaugurado una planta con capacidad para procesar 150 mil toneladas anuales, suficiente para cubrir el consumo total de la industria salmonicultora nacional. “Sólo por disminuir el transporte, logramos una baja de alrededor de 40% en la huella de carbono del trigo que entregamos”, aseguró, destacando que la cercanía geográfica también otorga flexibilidad logística y capacidad de innovación conjunta con los productores de alimento.

Jorge Torres.

El director de Desarrollo de Negocios para Latinoamérica y Norteamérica de Veramaris, Jorge Torres, abordó en “Trabajo conjunto y visión de largo plazo para asegurar el suministro de EPA+DHA” el riesgo que representa la dependencia exclusiva del aceite de pescado. “Si continuamos confiando únicamente en el aceite de pescado como fuente de EPA y DHA, habrá una brecha de suministro que pondrá un límite al crecimiento del cultivo de salmón”, advirtió, respaldándose en análisis de Rabobank que proyectan estancamiento en la oferta y precios crecientes por la competencia con el consumo humano y de mascotas.

Explicó que el aceite de microalga de Veramaris puede cubrir entre un 50% y un 60% de la producción anual chilena de aceite de pescado, con beneficios en salud y calidad del salmón, reduciendo la mortalidad y mejorando la conversión alimenticia, sin extraer más peces del océano. Citó casos de importantes empresas salmonicultoras que han incorporado este insumo para reducir su FFDR (Fish Feed Dependency Ratio). “Este modelo no lo podemos implementar solos; debe existir cooperación y una mirada a largo plazo, con compromisos claros de las empresas salmonicultoras para especificar e incorporar aceite de alga en sus dietas”.

Innovación botánica

Romee Visch.

Desde Nutreco Exploration, Romee Visch presentó “Garden of the Future”, un centro de excelencia ubicado en Suiza que integra investigación botánica y microbiológica para desarrollar ingredientes propietarios destinados a mejorar la salud y resiliencia de los animales. “Queremos abrazar toda la complejidad de las plantas para transferir su potencial bioactivo al animal y hacerlo más resiliente”, señaló, explicando que utilizan inteligencia artificial para identificar no solo la especie de planta adecuada, sino también la variedad más efectiva según el desafío sanitario.

Detalló que la producción se realiza bajo estrictas reglas de domesticación vegetal para garantizar consistencia y calidad, y que los ingredientes resultantes se incorporan en productos como Agilis PC2, que llegará este año a Chile como parte de una nueva dieta de salud para salmón. Este producto combina dos phytocomplexes con acción sinérgica destinada a “mitigar riesgos de salud del pez y prepararlo para enfrentar los desafíos actuales a través de una defensa más fuerte”, resultado de varios años de investigación y pruebas en colaboración con Skretting y productores acuícolas.

Desde Oslo, Pal Einar Skogrand, director de Asuntos Regulatorios y Políticas de Aker QRILL Company, presentó la charla “El poder del kril: pequeño en tamaño, grande en propósito”, subrayando que el kril antártico “quizás sea la mayor biomasa del planeta, más grande que todos los humanos juntos” y que su pesca se realiza en un ecosistema único y frágil. Explicó que la compañía captura menos del 1% de la biomasa estimada en la zona, siguiendo un protocolo de operación responsable elaborado durante 20 años junto a ONGs, científicos e industrias de distintos países.

Skogrand destacó la propuesta impulsada por Chile y Argentina para proteger 455.957 km² de aguas de la península antártica, equivalente al 70% de su superficie. “Cuando protegemos a los más pequeños, protegemos a todo”, afirmó, recordando que la conservación del kril es clave no solo para la biodiversidad, sino también para asegurar un suministro sostenible de omega 3 destinado a la acuicultura. “La conservación global necesita cooperación global y el modelo de manejo colaborativo puede convertirse en un estándar para otras pesquerías”.

El gerente Técnico y Comercial de Aker QRILL Company en Chile, Marcelo Oyarzún, complementó la visión global con detalles sobre cómo los productos derivados del kril se integran en las dietas de salmón para mejorar su salud, crecimiento y conversión alimenticia. “El kril es una fuente natural y sustentable de proteínas, fosfolípidos y ácidos grasos esenciales como EPA y DHA”, señaló, destacando que el procesamiento inmediato a bordo, junto con una cadena logística controlada, preserva la calidad nutricional y la trazabilidad del producto.

Oyarzún remarcó que el uso de kril no solo aporta beneficios nutricionales, sino que también contribuye a diversificar las fuentes de insumos marinos, reduciendo la presión sobre otras pesquerías. “Este es un ingrediente que combina valor nutricional, sostenibilidad y trazabilidad, y que responde a las demandas de los mercados más exigentes en términos de calidad y responsabilidad ambiental”, indicó, reforzando que la adopción de fuentes como el kril fortalece la resiliencia de la cadena de suministro de la industria salmonicultora.

Sostenibilidad como compromiso

Paulette Derrouy.

Luego, Paulette Derrouy —encargada de FIP de WWF Chile— presentó “FIP: Impulsando la sostenibilidad de los pequeños pelágicos en Chile”, constatando que “es de conocimiento público entre clientes, productores, comunidad y academia que los recursos marinos están siendo sobreexplotados a nivel mundial; factores como la pesca intensiva, el cambio climático y la destrucción de hábitats han contribuido a esta situación”. En ese escenario, explicó que los Proyectos de Mejora Pesquera (FIP, por su sigla en inglés) ordenan hojas de ruta verificables para levantar desempeño ambiental y social de las pesquerías que abastecen cadenas como la del salmón.

Conectando instrumentos y gobernanza, detalló que “al actuar como una plataforma de actores múltiples, el FIP promueve colaboración, transparencia y responsabilidad compartida; unirse a un FIP significa ser parte de un esfuerzo conjunto para construir un futuro más sostenible y responsable para las pesquerías”, dejando entrever que la industria salmonicultora —principal demandante de ingredientes marinos— puede acelerar impactos positivos si alinea requerimientos de compra con metas de mejora certificables. 

Lea Rice.

Desde The Nature Conservancy, Lea Rice, jefa de Transformación de Mercados, presentó la charla “Criterios para el abastecimiento de alimentos de salmón: donde el impacto se encuentra con la viabilidad”, explicando por qué su organización se involucra en la cadena del salmón. “No trabajamos específicamente en el sector salmón, pero estas industrias están increíblemente interconectadas; tenemos experiencia profunda en pesquerías y en soya, ingredientes fundamentales del alimento, y vemos oportunidades concretas para colaborar y mejorar impactos de conservación”.

Para vencer barreras de adopción, bajó los costos a números. “Si asumimos monitoreo electrónico y certificación MSC aplicados a todos los productos de pescado, el impacto en el producto final de salmón sería del 1–2%; y si tomas solo el monitoreo electrónico, estamos hablando de 0,004% del valor final. No significa que sea fácil, pero con voluntad y trabajo duro es posible, sobre todo si compartimos costos a lo largo de la cadena”, afirmó, recalcando que no buscan “un estándar diferente para la industria del salmón, sino medir progreso verificable en trazabilidad y resguardo de ecosistemas críticos”.

Mariela Montoya.

Finalmente, Mariela Montoya, gerente de Desarrollo de Mercados para Latinoamérica de la Round Table on Responsible Soy (RTRS), desarrolló “Soya responsable: transformando la cadena desde el origen”. Tras presentar a RTRS como “plataforma multisectorial y, a la vez, proveedor de soluciones” —con estándares de certificación que abordan impactos ambientales y sociales—, enfatizó que su misión es habilitar cadenas de suministro libres de deforestación que respondan a exigencias de compradores internacionales, incluidos los de alimento para salmón.

Con datos de cobertura, precisó que “del total de soya producida a nivel mundial —aproximadamente 400 millones de toneladas— el 2,8% está certificada bajo RTRS; tenemos presencia en más de 30 países con 220 miembros y más de 54.500 productores certificados; además, más de 430 sitios de cadena de custodia en más de 15 países demuestran el compromiso con la trazabilidad. Si hubo deforestación posterior a 2009, no se puede certificar; es voluntario, pero si quieres certificar bajo RTRS, tienes que cumplir con los requisitos del estándar”.