Florfenicol pierde eficacia frente a cepas dominantes de P. salmonis en centros de cultivo

El informe 2024-2025 del Ifop evidenció un preocupante aumento de cepas bacterianas resistentes a antimicrobianos en salmones, especialmente florfenicol, y alertó sobre su impacto en la eficacia terapéutica.
En el reciente taller online de difusión de resultados de los programas ASIPA 2024 del Instituto de Fomento Pesquero (Ifop), el biólogo marino y magíster en microbiología Cristian Valenzuela, investigador del Departamento de Salud Hidrobiológica, presentó los hallazgos más recientes del “Programa de Vigilancia de la resistencia bacteriana a los antimicrobianos de uso habitual en la salmonicultura nacional”, correspondiente al periodo 2024-2025. El especialista entregó un panorama detallado sobre el comportamiento de los principales patógenos que afectan a los salmones cultivados en Chile, sus niveles de susceptibilidad a los tratamientos antimicrobianos y las implicancias sanitarias que esto representa para la industria.
En su exposición, Valenzuela enfatizó que, como toda industria dedicada a la producción animal, la salmonicultura no está exenta de enfrentar enfermedades infecciosas, y que para combatirlas se recurre al uso de antibióticos. “Lamentablemente, la salmonicultura es la industria que más antimicrobianos utiliza dentro de las actividades productivas animales en Chile. Solo en 2023, según registros de Sernapesca, se utilizaron alrededor de 338,9 toneladas de antimicrobianos”, señaló. No obstante, valoró que, al considerar la biomasa cosechada, el índice ICA —que relaciona uso de antibióticos con producción— ha disminuido con el tiempo, reflejando un esfuerzo del sector por racionalizar su aplicación.
Pese a estos avances, el investigador advirtió que el uso reiterado e intensivo de antibióticos genera una presión selectiva que favorece la aparición de cepas resistentes. “Lo que ocurre es que las bacterias más susceptibles mueren y sobreviven aquellas que poseen mecanismos para evadir la acción del fármaco. Con cada tratamiento se van seleccionando cepas más resistentes, lo que reduce la efectividad terapéutica”, explicó. Entre los mecanismos descritos se encuentran mutaciones, enzimas modificadoras y transferencia horizontal de genes, fenómenos que se analizan en profundidad en el marco del programa.
Desde su implementación en 2014, el Programa de Vigilancia del Ifop se ha enfocado en cuantificar la resistencia bacteriana a través de la concentración mínima inhibitoria (CMI), que corresponde a la dosis mínima de antibiótico necesaria para frenar el crecimiento bacteriano. A partir de este dato, se establece un valor de corte epidemiológico, lo que permite clasificar los aislamientos en cepas silvestres (susceptibles) y no silvestres (resistentes o con pérdida de susceptibilidad). “Esta diferenciación es clave, porque las cepas no silvestres pueden estar asociadas a fallas terapéuticas, lo que afecta directamente la eficacia de los tratamientos aplicados en centros de cultivo”.
Resultados
Durante el actual ciclo del programa, se realizaron 24 muestreos en regiones como Biobío, Los Lagos y Aysén, abarcando 31 centros de cultivo pertenecientes a 9 empresas. Como resultado, se obtuvieron 21 aislados de Piscirickettsia salmonis, que fueron sometidos a análisis de susceptibilidad frente a los antibióticos florfenicol y oxitetraciclina. Los datos mostraron que el 57% de las cepas fueron categorizadas como no silvestres para florfenicol, en contraste con un 14% en el caso de la oxitetraciclina. Este patrón se repitió en casi todas las macrozonas estudiadas.
La explicación, según Valenzuela, tiene directa relación con los registros de uso de antibióticos. “El 98% de los antimicrobianos utilizados en centros de cultivo en agua de mar corresponde a florfenicol. Por lo tanto, no es sorprendente que sea precisamente este antibiótico el que muestre una mayor pérdida de efectividad frente a las cepas aisladas”, sostuvo. Este fenómeno fue aún más marcado en el genogrupo LF89 de P. salmonis, donde el 68% de las cepas fueron no silvestres, versus solo el 45% en el genogrupo M90.
En cuanto a Renibacterium salmoninarum, se analizaron 112 aislados provenientes de 50 instalaciones entre La Araucanía y Aysén, incluyendo diferentes etapas del ciclo productivo. Los resultados fueron más alentadores, ya que el 74% de las cepas fueron silvestres para florfenicol y el 83% para oxitetraciclina, lo que indica una menor presión de selección. Sin embargo, la situación varió radicalmente para Flavobacterium psychrophilum, en cuyos aislamientos el 67% de las cepas fueron no silvestres frente a oxitetraciclina, especialmente en centros de agua dulce, donde este antibiótico representa el 72% del uso total en 2024, según Sernapesca.
Uno de los aspectos más novedosos del programa ha sido la incorporación del estudio de la microbiota intestinal de los salmones, donde se han realizado 47 muestreos, con un total de 261 aislados. Estas bacterias, mayoritariamente del género Aliivibrio y Photobacterium, fueron evaluadas por su resistencia y los resultados fueron alarmantes. “En algunos casos, la resistencia a florfenicol ha alcanzado casi el 90%. Además, hay cepas con valores de CMI de hasta 2048 µg/ml, lo que indica una resistencia extremadamente alta”, advirtió Valenzuela.
Con respecto a la oxitetraciclina, aunque la resistencia fue menor, sigue siendo significativa. Esto, porque el 56% de las bacterias intestinales presentaron pérdida de susceptibilidad, lo cual representa una amenaza en términos de diseminación de genes resistentes dentro del ecosistema intestinal de los peces. “Esto es preocupante, porque estas bacterias pueden actuar como reservorios genéticos que transfieren resistencia a patógenos clínicos, algo que ya se ha documentado en otras especies y ambientes”, añadió el especialista.
Conclusiones
En términos de conclusiones, el programa identificó una clara tendencia a la disminución de la susceptibilidad a florfenicol en P. salmonis, una situación que se ha intensificado desde el año 2021. Paralelamente, en F. psychrophilum la tendencia es opuesta: la resistencia se concentra en la oxitetraciclina. El equipo también ha observado un aumento sostenido de aislamientos del genogrupo LF89, lo cual refuerza la necesidad de ajustar las estrategias terapéuticas de forma dinámica.
De cara al futuro, el Ifop se ha planteado tres objetivos clave para las próximas etapas del programa. Esto, apunta a mejorar el éxito del aislamiento bacteriano, especialmente en el caso de P. salmonis; estandarizar metodologías para evaluar la susceptibilidad frente a nuevos antibióticos como la tiamulina; y actualizar los valores de corte epidemiológico, con base en la evolución observada en los últimos años.
“Es fundamental adaptar nuestras herramientas de vigilancia y diagnóstico para anticiparnos a los cambios que impone la evolución bacteriana, especialmente en un contexto donde la resistencia antimicrobiana es una amenaza global”, concluyó Valenzuela.