Carlos Carballeira, Doctor en Ecotoxicología. Foto: Escuela Ciencias del Mar, PUCV.

Postdoctorante desarrollará plan de vigilancia ambiental para cultivos de salmones

Chile: Gracias a la adjudicación de una beca Fondecyt el Dr. Carlos Carballeira, proveniente de España, realizará un posdoctorado de 3 años en el Laboratorio de Oceanografía Satelital de la Escuela de Ciencias del Mar de la PUCV, liderado por el Dr. Claudio Silva.

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La acuicultura en Chile se ha desarrollado desde los años 80, y ha crecido de manera exponencial, hasta convertir a nuestro país en el segundo productor mundial de salmón.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO- al año 2030 el 50% de la producción de alimentos marinos provendrá de esta actividad, lo que genera una gran responsabilidad en la industria para enfrentar los problemas de contaminación ambiental y deterioro de la calidad ecológica de los ecosistemas afectados por los cultivos.

“Los avances de la acuicultura deberían ir acompañados de avances equivalentes en el campo ambiental, pero esto no ha ocurrido debido a las dificultades que implican los estudios de impacto”, indicó Carlos Carballeira, Doctor en Ecotoxicología por la Universidad de Cádiz, quien a través de la adjudicación de un Concurso Fondecyt Postdoctorado 2017, espera diseñar un plan de vigilancia ambiental adaptado a los cultivos en jaulas. Para ello deberá crear una herramienta para la evaluación integrada del riesgo tóxico, trófico y/o ecológico; determinar el alcance y toxicidad de los efectos ambientales producidos; y, proponer al menos tres especies aptas para el desarrollo de cultivos multitróficos.

Según indicó el investigador, su trabajo se basará principalmente en la realización de bioensayos -experimentos realizados en terreno y en laboratorio- donde distintos organismos serán expuestos a los residuos de las jaulas y a los sedimentos alterados por éstas y, en función de su respuesta, determinar el impacto o efecto potencial. “Utilizaré metodología integrada que consiste básicamente en medir las concentraciones de contaminación, la toxicidad potencial, y los efectos in situ combinarlos, y así determinar criterios de calidad de ciertos parámetros de los ecosistemas afectados”.

Como no todas las especies tienen la misma sensibilidad, el investigador indicó que es necesario identificar cuáles serían las más y menos afectadas. En este contexto, y para intentar detectar el efecto de los vertidos, es conveniente realizar bioensayos con al menos tres organismos. “Es importante que sean nativos y representen distintos niveles tróficos para cubrir las diferentes vías de entrada de los tóxicos. Además, deben ser sensibles a un amplio espectro de contaminantes”.

Los estudios se llevarán a cabo en los alrededores de la Fundación San Ignacio del Huinay, perteneciente a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Enel Generación, que facilitará el desarrollo de los experimentos in situ, y laboratorios donde serán recibidas las muestras para su almacenamiento y posterior procesado.

En ese lugar se dispondrá de al menos seis instalaciones marinas con un mínimo de cuatro estaciones de muestreo por cada una de ellas. “Pondré un punto cerca de las jaulas, otro más alejado, otro al doble de la anterior, y el último quizás a un kilómetro de distancia, que sería el lugar que no se ve afectado por residuos y el que me va a dar la referencia. A medida que me vaya acercando observaré los efectos que me permitirán calcular parámetros ecotoxicológicos, necesarios para delimitar áreas de influencia y establecer los límites de calidad ecológica del medio”. 

Ejemplo de bioensayos. Imagen: Escuela de Ciencias del Mar, PUCV.

Bioensayos a realizar

Si bien aún no están elegidos todos los experimentos que se utilizarán para la investigación, el Dr. Carballeira tiene claro que estos serán simples, de muy bajo costo y no dañarán el medioambiente. “Estoy desarrollando un método muy interesante y sencillo, pero práctico que consiste en tomar lienzo de pintor hecho 100% con algodón. La celulosa con la que está hecho es el alimento de los microorganismos que son indicadores de contaminación orgánica. Las instalo en el campo y después de un tiempo de descomposición de las fibras de celulosa mido la tensión que resiste la tela”.

Otra alternativa consiste en hacer discos de algas de igual tamaño con un sacabocado y exponerlos en cámaras de plástico. Después se escanean y se observa la diferencia de superficie, “dependiendo del crecimiento sabré el efecto de los nutrientes precedentes de los cultivos, principalmente desechos de peces”.

Utilizar baldosas también es una opción, ya que los organismos las colonizan y en función de las comunidades se puede reconocer el impacto. Además al extraerlos se puede medir la cantidad de metales, relaciones isotópicas, antibióticos, etc. Por último está considerando observar la mortalidad o daños histopatológicos en tejidos de moluscos que están constantemente filtrando el agua y absorbiendo los contaminantes de los vertidos.

Para obtener una idea global del impacto, los bioensayos se realizarán en terreno y luego en el laboratorio, “hacerlos in situ significa que los organismos se exponen mediante dispositivos tradicionalmente no estandarizados, son más realistas y describen las condiciones a las que están expuestas las especies, pero su desarrollo puede verse afectado por otras fuentes de contaminación, condiciones meteorológicas, robos, etc. Por otra parte, los experimentos en laboratorio proporcionan una mejor estandarización por condiciones controladas del proceso que permite comparar los resultados con otros estudios similares y facilitar las labores de vigilancia ambiental”.

 

Resultados esperados

Además de crear una herramienta para la evaluación de los niveles de contaminación y sus efectos en el medioambiente, con los resultados obtenidos de los bioensayos el Dr. Carlos Carballeira espera proponer al menos tres especies aptas para el desarrollo de cultivos multitróficos.

“La idea es aprovechar la información procedente de estos estudios para hacer economía circular a través de la implementación de Acuicultura Multitrófica Integrada -IMTA, por su sigla en inglés-, que consiste en reutilizar los desechos de las jaulas marinas para el beneficio de otra especie, como las algas o mejillones, y reducir el aporte de contaminantes al medio acuático”, concluyó el investigador.