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¿Confía la ciudadanía en la industria chilena del salmón?

Ricardo García, vicepresidente de Salmones Camanchaca.

La última encuesta Cadem muestra que los chilenos confían un poco más en la industria del salmón, pero, todavía el sector está en el lugar 24 de 36 totales.

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En la percepción y confianza ciudadana hacia la salmonicultura, aún hay espacio para mejorar, según el vicepresidente de Salmones Camanchaca, Ricardo García.

La última encuesta Cadem sobre confianza en instituciones e industrias, ubica a las firmas salmonicultoras y pesqueras en los puestos 24 y 25 de 36. Si bien ambas mejoran respecto de 2024, no es, para García, un resultado que refleje el aporte real que el sector hace al progreso del sur y sur-austral de Chile, ni muestra la adhesión regional que despiertan.

“La salmonicultura es el segundo sector exportador del país, genera más de 86 mil empleos y ha articulado un ecosistema regional con más de 4 mil pymes que dinamizan la economía austral. Sin embargo, seguimos bajos en confianza ciudadana. Debemos preguntarnos qué hemos hecho mal… y también si hay actores que buscan perjudicarnos”, dijo el directivo.

En ese sentido, de acuerdo con la encuesta Cadem, la industria del salmón ha avanzado de 39% a 49% las notas más altas de confianza por parte de la ciudadanía, pero todavía lejos de empresas como el Metro, que se sitúan en 81% con calificaciones elevadas de 5 a 7. Las AFP son las más bajas con 28%.

“La confianza se construye primero desde el conocimiento: nadie confía en lo que desconoce. Luego viene la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre la promesa y su cumplimiento. Sólo después pesan las acciones concretas que consolidan la reputación. De la confianza surge la “licencia social para operar”: ese nivel de aceptación que otorga la comunidad y que va más allá de permisos legales o regulatorios”, subrayó García.

Se fortalece, agregó, cuando la comunidad percibe beneficios como empleo, desarrollo local, inversiones, pago de impuestos, capacidad de diálogo y respeto por el entorno. La ciudadanía entiende que toda actividad económica genera ciertas externalidades, pero espera que los beneficios superen los impactos y que exista un esfuerzo genuino por mitigarlos.

“El sector acuícola y pesquero ha mejorado en todas las dimensiones que se miden: cambiamos prácticas, elevamos estándares, incorporamos innovación y tecnología, y abrimos canales de diálogo con las comunidades. Incluso, hoy captamos la atención mundial como ejemplo de cómo transformar el sistema alimentario y reducir la huella de carbono frente a las proteínas terrestres”, explicó el vicepresidente de Salmones Camanchaca.

Aun así, admitió, pesan episodios del pasado, errores puntuales y, sobre todo, nuestra debilidad para comunicar hacia el público general. Para muchos, la salmonicultura y la pesca no forman parte de su vida cotidiana ni de su identidad, a diferencia de la minería o la agricultura. El salmón o el jurel no están en todas las mesas ni generan un vínculo emocional, y lo que no se conoce, no se valora.

“A esta falta de visibilidad nacional se suman pequeños grupos que buscan frenar, o incluso eliminar, nuestra actividad, especialmente el cultivo del salmón, con motivaciones que van desde preservar territorios prístinos, hasta frenar la iniciativa privada o favorecer competidores. Algunas razones son legítimas; otras, no. Debemos conocerlas, entenderlas y exponerlas”, puntualizó Ricardo García.

El desafío, afirmó, es instalar una narrativa potente que muestre nuestros avances, fortalezca la confianza ciudadana y posicione al Salmón y Jurel chilenos como un aporte estratégico a la seguridad alimentaria global y a la reputación de la “marca país”.