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Hacia un Silicon Valley austral: el salmón como plataforma de transformación tecnológica

Foto: Salmonexpert.

Durante el Salmon Summit 2025, expertos coincidieron en que la salmonicultura puede articular un polo global de innovación desde el sur de Chile, integrando ciencia, talento y sostenibilidad territorial.

Con gran interés se desarrolló el primer panel del Salmon Summit 2025 en el Teatro del Lago de Frutillar, donde destacados expertos analizaron las oportunidades y desafíos para consolidar un polo mundial de innovación en el sur de Chile. Bajo la moderación de Eduardo Wallach, CEO de Kura Biotech, la conversación giró en torno a los factores que permitirían al sur del país posicionarse como líder global en economía del conocimiento, con un foco especial en la salmonicultura como plataforma de transformación productiva. El panel contó con las presentaciones de María Fernanda Sosa, directora ejecutiva de ChileMass; Rosario Navarro, presidenta de la Sofofa; y Julián Ugarte, cofundador y director de Socialab.

Desde su experiencia en Boston, María Fernanda Soza propuso una analogía directa entre el desarrollo de Massachusetts y el potencial del sur chileno. “Boston, en los años 80, era una ciudad en decadencia, pero se transformó apalancándose en su capital humano, su conocimiento y su red de colaboración. Pasó de una economía manufacturera a ser líder mundial en biotecnología y salud”, explicó. A su juicio, esa transición tiene enseñanzas clave para regiones como Los Lagos, que hoy cuentan con un ecosistema productivo relevante y capacidades crecientes en ciencia y tecnología.

Soza destacó que la industria del salmón ha acumulado un capital de conocimiento práctico enorme en las últimas cuatro décadas, el cual debiese ser el punto de partida para una nueva etapa basada en innovación. “Tenemos que apalancarnos en lo que hemos hecho bien: toda la experiencia de la salmonicultura, que ha dado origen a un ecosistema productivo y tecnológico con proyección global, debe ser usada como plataforma para escalar hacia una economía basada en ciencia y desarrollo”, afirmó. En ese sentido, enfatizó que el sur de Chile no solo tiene paisajes, sino también activos estructurales “Conocimiento, capital humano, conectividad y calidad de vida. Esas son nuestras ‘cuatro C’ para atraer talento y generar innovación”.

En su intervención, también abordó la necesidad de abrir la salmonicultura a una colaboración más intensa con la academia y la comunidad científica. “Tenemos que dejar de lado la desconfianza. La industria debe abrirles las puertas a investigadores, universidades, y también generar vínculos internacionales. Tenemos todo para ser líderes en economía azul en el hemisferio sur, pero necesitamos más I+D, más colaboración público-privada, y mantener lo que nos hace únicos; nuestra identidad local y calidad de vida”, expresó. A su juicio, la innovación no debe poner en riesgo la esencia del territorio, sino potenciarla.

Foto: SalmonChile.

La abogada recalcó que existen oportunidades concretas para establecer vínculos con centros de excelencia global como el Woods Hole Oceanographic Institute, con el cual ya han comenzado conversaciones. “El mundo está abierto a colaborar con Chile. Tenemos una costa gigantesca, una de las industrias salmoneras más relevantes del planeta, y un capital humano que puede ser protagonista. No dejemos pasar esta oportunidad. El sur tiene la responsabilidad de liderar la innovación marina del futuro”.

Industria catalizadora

Desde el mundo empresarial, Rosario Navarro centró su exposición en cómo las empresas chilenas, y especialmente las relacionadas a la cadena de valor del salmón, pueden ser actores clave en la transformación tecnológica del país. “La industria salmonicultora ha sido vanguardista. Ha generado modelos, ha construido encadenamientos productivos virtuosos, y ha dado origen a un ecosistema biotecnológico que hoy está presente en el sur de Chile. Eso hay que potenciarlo, conectarlo con startups, con universidades, con jóvenes talentos”.

La presidenta de Sofofa llamó a mirar con honestidad la baja inversión en I+D en el país y dentro de las propias compañías. “Actualmente en Chile invertimos solo el 0,39% del PIB en investigación y desarrollo. Eso está muy por debajo del estándar global. Y no es solo un problema del sector público, también lo es del mundo empresarial. Hay que cambiar la mentalidad, atreverse a innovar, a equivocarse, a colaborar. El desarrollo no está reñido con la protección del entorno”.

Navarro subrayó que la salmonicultura puede ser un catalizador para el desarrollo de empresas científico-tecnológicas que resuelvan desafíos complejos. “En Sofofa Hub estamos colaborando con empresas del rubro acuícola que están innovando en economía circular, reducción del estrés hídrico, y tecnologías alimentarias para el futuro. La salmonicultura está abriendo puertas para soluciones que no solo mejoran su propia sostenibilidad, sino que pueden ser exportadas al mundo”.

En su análisis, remarcó la necesidad de tender puentes tempranos entre el sistema educativo, la ciencia y la empresa, valorando el rol que cumplen los liceos técnicos y la educación rural en la formación del capital humano necesario. “Aquí tenemos que empezar a formar desde muy temprano. Enseñar a pensar, a fallar, a formular preguntas. Y no podemos seguir fragmentando el conocimiento. La innovación surge cuando juntamos perspectivas distintas: lo técnico, lo humano, lo territorial. Si logramos eso, la industria salmonicultora no solo será una productora de proteínas, sino una incubadora de tecnología global”.

Prueba y error

Julián Ugarte, desde una visión más disruptiva, planteó que la industria del salmón tiene el potencial de ser para el sur chileno lo que el silicio fue para Silicon Valley. “El salmón es nuestro silicio. Tenemos el problema global —la necesidad de proteínas sostenibles—, tenemos el talento, tenemos los locos que se atreven. Lo único que nos falta es destrabar la regulación para que la innovación pueda escalar”, declaró. A su juicio, la salmonicultura puede ser el núcleo desde el cual se articulen soluciones de biotecnología, robótica, inteligencia artificial y sostenibilidad alimentaria.

Ugarte planteó que es urgente instalar mecanismos que permitan la co-creación de soluciones con comunidades costeras, pueblos originarios, pymes, científicos, municipios y organizaciones ambientales. “Todos queremos lo mismo; producir un alimento de calidad, de forma sostenible, y generar prosperidad en los territorios. La clave está en cómo lo hacemos juntos. Desde Socialab hemos aprendido que los desafíos públicos bien formulados generan respuestas colaborativas, innovadoras y replicables”.

Asimismo, propuso adoptar una cultura de prueba y error, enfocada en la agilidad y el aprendizaje colectivo. “En Santiago se falla caro. Aquí en el sur tenemos la posibilidad de fallar barato, de experimentar, de pilotear, de mejorar antes de escalar. Ese es el camino para una innovación con sentido. El ecosistema salmonero puede ser el espacio ideal para incubar esas ideas, testearlas y proyectarlas al mundo”.

Finalmente, el profesional subrayó que el desarrollo de este polo de innovación requiere crear condiciones para que el talento se quede en el sur. “Tenemos que construir un territorio donde valga la pena quedarse. Donde haya bienestar, oportunidades y orgullo. La salmonicultura puede ser ese eje articulador que dé sentido y propósito a una nueva economía, conectada con el mundo, pero arraigada en el territorio. Sólo tenemos que atrevernos a hacerlo”.