Jorge Opaso, socio de KJK Investments. Foto: Archivo Salmonexpert.

Diferencial de precios entre salmón chileno y noruego

*Columna de opinión para Salmonexpert de Jorge Opaso, ingeniero civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Finanzas  de la Universidad de Chile y CFA, y socio de KJK Investments.

La industria salmonicultora en Chile desde el año 2017 -post bloom de algas- a la fecha ha logrado mantener un nivel de rentabilidad en torno a los US$ EBIT/kg 1,0 -1,5 kg. La oferta se ha estabilizado con un crecimiento en torno al 5-6% anual, ayudada por algunos temas sanitarios en Noruega y la nueva regulación en Chile. La demanda de salmón sigue estando 1-2 puntos porcentuales sobre la oferta, lo que implica un buen soporte para los precios.

En relación con los costos, la industria antes del bloom de algas ya estaba realizando positivos esfuerzos para poder mantenerlos controlados. El alimento, por lejos la variable más relevante dentro del costo total, ha mostrado señales de estabilidad. El costo del smolt también se ha mantenido estable y los costos asociados al factor sanitario están más controlados. Sin considerar los efectos no recurrentes, el esfuerzo de la industria ha implicado que los costos ex jaula se hayan situado y mantenido en los 3,5 US$/Kg wfe.

Para quienes seguimos la industria hace un buen tiempo, esta estabilidad de precios y costos era algo que no se había visto durante mucho tiempo. Para evaluar el valor presente de los flujos futuros de las acciones, hace 2-3 años era muy difícil asumir una rentabilidad positiva (más aún cercana a los valores actuales) en el largo plazo. Probablemente, hoy en día también no sea algo tan simple, pero al menos por primera vez en mucho tiempo la industria ha demostrado que puede crecer sustentablemente.

En mi opinión, a pesar de que el sector mantiene riesgos inherentes, es esperable que los actuales niveles de rentabilidad puedan mantenerse algunos períodos más. Lo anterior asumiendo que los niveles de Caligus actuales pueden controlarse efectivamente. La regulación actual ha ayudado bastante. El sistema pone un límite a las intenciones de siembra de los actores que sanitariamente no mantienen un buen desempeño. Si bien es cierto probablemente en las condiciones de altos retornos actuales puedan existir algunos incentivos para que algunas compañías se acojan al sistema por densidad, lo más relevante es que el crecimiento de la oferta de salmón chileno está mucho más restringida que antes, lo que tiene un impacto favorable sobre los precios.

Estamos entonces en un escenario donde los costos y precios del sector en Chile parecieran estar relativamente “siguiendo sus fundamentos”. Surgen algunas grandes interrogantes como:  ¿Qué debe hacer el sector para seguir manteniendo buenos niveles de rentabilidad de manera sustentable? ¿Por qué la rentabilidad (en promedio) del sector salmonicultor sigue siendo mayor en Noruega que en Chile?

Al final de esta nota, podrán ver dos fotos que saqué personalmente en un supermercado Costco en Boston hace algunos días. Hay dos temas que resaltan inmediatamente: i- el peso del envase del salmón noruego es mucho menor que el chileno y ii- el precio unitario del salmón noruego es exactamente US$1,0/lb mayor que el salmón chileno (aproximadamente 1,3 US$/kg wfe). Respecto al primer punto, con alta probabilidad se deba a los problemas sanitarios del año pasado en Noruega lo que los llevó a cosechar salmones de menor peso. Es decir, pareciera ser algo puntual y no estructural. En relación al segundo punto, si se fijan en el envase, el salmón noruego dice “producido sin antibióticos”. En gran parte por ese inserto, el diferencial de precios entre ambos productos sigue siendo muy alto. ¿Qué está pasando? ¿Es tan distinto el uso de antibióticos en Noruega/Chile para justificar semejante diferencial?

En mi opinión, aún pueden existir diferencias en términos de uso de antibióticos (en Noruega prácticamente no se usan al no tener el SRS), pero no creo que estos factores justifiquen un diferencial de precios tan amplio. Lo que hace falta es una campaña de marketing como país que permita educar al consumidor en EE.UU. respecto que la diferencia entre ambos productos no es tan grande. Este es uno de los principales desafíos. El año pasado se empezó a intensificar un trabajo conjunto al respecto, lo que es positivo. Pero hace falta intensificarlo aún más. Estoy consciente que las compañías están en la misma línea.

Probablemente esto no se hizo antes porque la industria estaba avocada al adecuado manejo de los costos. En la actualidad, a pesar de algunas recientes señales de Caligus más elevado, todo parece indicar que la estabilidad de precios y costos debería mantenerse. Por lo tanto, tenemos, no sólo como sector sino como país, una inmejorable oportunidad para realizar un gran esfuerzo para posicionar nuestro salmón de la mejor manera posible.